Griffith instituyó el dogma cinematográfico basado, como sabemos en las estructuras literarias reconocibles en el siglo XIX.
Otros autores de ese primer ciclo, ( que escogemos entre el inicio del cine y la aparición del sonoro) bien pudieran representar a estos Chaplin, Burton o Murnau, acompasaron el nuevo medio a ese poderío de lenguaje visual que ofrecía.
Orson Welles significó el enrevesamiento de las historias y la utilización de imágenes con distintas profundidades de campo. Pero ya en los años 1930 en el siglo de oro del cine, autores como Buñuel consiguieron crear distintas emociones en el espectador, se puede considerar los inicios del lenguaje cinematográfico. Estas metáforas visuales fueron ampliadas por el cine soviético que incorporó al lenguaje cine el directo, los travellings y grúas, los montajes de atracciones y la utilización del plano secuencia.
La literatura siempre ha estado más abocada y ha tenido mayores recursos para recrear mundos interiores y hacer grandes reflexiones, y el cine se ha centrado más en la acción y en las anécdotas. Claro que después de la llegada del cine sonoro, el séptimo arte comienza a buscar estas formas de expresión, reservadas hasta entonces para la literatura, y los resultados son evidentes, primero de forma muy incipiente, pero luego, con autores como Ingmar Bergman o Michelangelo Antonioni, por sólo mencionar dos de ellos, el cine puede discutir y hacer interrogantes acerca de los temas más profundos.