Si no posee el hábito y la habilidad de leer, puede utilizar esta técnica universal o genérica, aplicando antes, durante y después de su lectura los siguientes pasos:
1. Establezca el propósito de la lectura
2. Examine e inspeccione el contenido de todo el libro (los textos que integran el libro)
3. Cuestiónese y formúlese preguntas
4. Busque el significado de lo que está leyendo
5. Exprese lo que va leyendo
6. Repase lo estudiado
Hablar de lectura implica poner en juego una serie de habilidades que se adquieren con el tiempo y la práctica. Muchos seres humanos –en especial los profesionales, pero no necesariamente– somos una suma de experiencias y de lecturas, las que, conjugadas, conforman nuestra personalidad. Pero leer no es solo pasar los ojos sobre un texto para obtener una información ‘a medias’, que apenas sí toca el fondo del amplio universo significativo que encierra un libro. Leer es una destreza básica que supone atención, concentración, participación, junto con una serie de actividades que hay que llevar a cabo para ‘sacarle jugo’ a la lectura aportando nuestras vivencias y conocimientos. Para realizar una lectura provechosa es necesario tener en cuenta los siguientes aspectos:
La lectura y la escritura en las tres últimas décadas
La era electrónica no ha podido reemplazar a la lectura ni a la escritura, que siguen siendo los principales instrumentos de adquisición, generación y transmisión de cultura. El libro persiste incólume como baluarte del saber, a pesar de que esta época privilegia lo visual y sensorial.
La palabra escrita es el medio insustituible para conservar y transformar la cultura y el libro, el objeto más valioso para transmitir los deseos, sueños y el pensamiento. De ahí la importancia de analizar cómo hemos aprendido a leer y escribir en las tres últimas décadas, para realizar un balance que nos permita organizar estrategias futuras