En la historia de la humanidad, las enfermedades, las tragedias, los peligros inminentes, las amenazas y la muerte han motivado a las personas a asociarse, y a solidarizarse con el otro y se ha hecho de distintas formas, en casos de inundaciones, epidemias, hambre, muerte, soledad y dolor, etc.
Siempre, los menos favorecidos han buscado aliarse para superar las malas condiciones, y a su vez, los sectores dominantes también buscan aliarse para conservar sus privilegios.
Los siglos XVIII y XIX fueron tiempos de abundancia, bienestar y progreso para unos pocos y de carencias y calamidades para la mayoría de la población europea. La difícil situación social generada por las transformaciones económicas y políticas de la revolución agrícola, la Revolución Industrial y la Revolución Francesa llevó a que los campesinos, los artesanos, los obreros y las mujeres buscaran asociarse para minimizar los efectos de las nuevas estructuras y lograr condiciones más justas.
Antes del siglo XVIII, los comerciantes y artesanos se agruparon en guildas; entre los siglos XV y XVIII, estas asociaciones se apoyaban, socorrían a las personas con dificultades y defendían los intereses gremiales.
Las asociaciones que al principio tenían objetivos y estrategias simples, ampliaron sus horizontes a nivel político y asumieron posiciones frente al Estado, en defensa de los derechos de su colectividad. Así con el ambiente liberal propiciado por la revolución burguesa, las difíciles condiciones sociales de los artesanos generadas por la Revolución Industrial, el movimiento obrero y las ideas socialistas se inaugura una nueva forma de asociación política y económica: el sindicalismo y el cooperativismo, lo cual motivó el levantamiento de las mujeres en busca de sus derechos civiles y políticos.
Gremio de Artesanos
Desde el siglo XV, la mayor parte de los artesanos de las grandes ciudades se habían organizado en gremios que agrupaban profesionales del mismo oficio, como: zapateros, tejedores, etc., y estas agrupaciones regulaban las fases del proceso productivo y de las relaciones laborales.
Conformaban redes de pequeños talleres en los que el maestro, asistido por oficiales y aprendices producía artículos de buena calidad que eran comercializados local y regionalmente.
Los gremios no hacían innovaciones tecnológicas, eran partidarios del monopolio del trabajo y de la intervención del Estado en asuntos económicos. Parecía que formaban estructuras sólidas y que contaban con el apoyo del gobierno, pues eran mecanismos de control fiscal e instrumentos al servicio de la política intervencionista de muchos países. Así, en el siglo XIX, aún existían los gremios y seguían expandiéndose, llegando a tener presencia en: Francia; Austria; Prusia y otros Estados alemanes; Bélgica; España; Estados italianos; y Europa del norte, del centro y del este. Pero los gremios eran débiles; su presencia no se daba en todas las ciudades, ni cubría todos los oficios, especialmente en los recién aparecidos, ni tampoco en el sector rural, por lo cual gran parte de la economía artesanal quedaba sin su influencia; entonces gran parte de la industria se dio sin su influencia.
La decadencia de los gremios se debió a la actitud cerrada de los gremios frente a las innovaciones, lo cual generó rechazo de los comerciantes e innovadores; además de los problemas internos; las rivalidades entre gremios de oficios similares; la competencia entre gremios de distintas ciudades; el endeudamiento por pleitos legales y los reglamentos de acceso poco democráticos. Este ambiente anti-gremial se concretó en medidas tendientes a limitar y recortar sus poderes, alcanzando la supresión parcial en el caso de Francia con el decreto de Turgot, 1776 y total en 1791. En el resto de Europa, las legislaciones liberales del siglo XIX acabaron con los gremios olvidando su misión social.
Organizaciones Sindicales
Eran asociaciones de trabajadores que nacieron al amparo del movimiento obrero del siglo XIX; en principio se formaron por adhesión libre y solidaria de sus miembros sus propósitos eran conseguir mejoras económicas y sociales para los obreros. Los primeros sindicatos se organizaron en Inglaterra en el siglo XVIII, pero su desarrollo y consolidación se dio durante el siglo XIX y comienzos del XX.
Los primeros sindicatos los formaban trabajadores del mismo oficio; estos sindicatos tenían como elementos activos a los oficiales, quienes paraban la producción en los talleres para imponer condiciones a los patrones; el objetivo más frecuente de la política sindical era proteger el status de los miembros del oficio y su independencia económica; ejecutando métodos moderados.
En Inglaterra, cuna del movimiento obrero, hasta 1830 existieron miles de asociaciones o sindicatos de un mismo oficio, pero a partir de 1834 aparecen las trade unions o asociación de todos los trabajadores en una misma unión; en 1831 se crea la unión nacional de la clase obrera, Uncoo, y en 1836 se funda la Asociación de Trabajadores, dando lugar a una nueva forma de organización sindical por ramas de actividad, agrupadas en uniones o federaciones.
Hacia 1860, el sindicalismo de oficio es superado cuando las reivindicaciones en relación con las condiciones de trabajo, la reducción de la jornada, sobrepasan la esfera de los oficios y afectan al conjunto de la clase trabajadora. A este se le denomina sindicalismo de clase, cuyos principios fueron la autonomía, la lucha de clases y el internacionalismo.
Acciones Contra los Sindicatos
Desde 1824 el Estado inglés aprobó medidas que legalizaban el asociacionismo sindical, pero sólo hasta 1870 fueron abolidas todas las leyes anti-sindicatos; en Francia fueron abolidas en 1884 y en Alemania en 1890.
En el resto de Europa significó una dura represión para los sindicatos y sólo eran permitidas las sociedades obreras de socorro, benéficas y corporativas. En la década de 1880, los sindicatos revolucionarios de Alemania, España, Italia y Francia adoptaron los programas socialistas, marxistas y anarquistas, con mecanismos de acción más radicales. En Inglaterra, el Congreso Nacional de Sindicatos de Oficios en 1868 se identificó con el Partido Laborista fundado en 1881; en Francia se conformó la Confederación General del Trabajo, CGT; en Alemania los sindicatos se unieron y formaron una organización de corte marxista; en España se fundó la Unión General de Trabajadores, UGT en 1888 y en Italia la Confederación General del Laboro, en 1906.
Igualmente, otro sector de la clase trabajadora, bajo la tutela de socialistas utópicos, participaba en iniciativas más moderadas como la creación de cooperativas.
Robert Owen en Inglaterra y Fourier y Cabet en Francia crearon una amplia red de cooperativas, cuyo primer experimento fue la Sociedad Cooperativa de Pioneros de Rochadale (Manchester, 1844); esta iniciativa de organización comunitaria se difundió en América y a otros continentes generando cierto alivio a los menos favorecidos.
Actividad
Movimientos Femeninos
A lo largo de los siglos XV y XVIII, mujeres letradas y de clase alta se manifestaron por diferentes medios en contra de la discriminación de la mujer, pero sólo hasta la Revolución Francesa empieza a expresarse colectivamente.
En la coyuntura social del siglo XIX la mujer empezó sola, a reclamar reconocimiento de sus derechos políticos, y a hacer demandas colectivas como acceso a educación, igualdad salarial y representación del Estado que fueron recogidas por los clubes de mujeres que surgieron en el período revolucionario.
Las mujeres recurrieron al principio universal de igualdad natural y política para solicitar reconocimiento jurídico como parte integrante del pueblo soberano; igualdad de derechos frente al hombre y derecho al voto; pero las mujeres fueron excluidas en la distribución de derechos.
Durante el siglo XIX, el papel de la mujer no varió mucho; sin derechos políticos y económicamente dependiente, además, las mujeres casadas se debían al hogar, al esposo y a los hijos; no podían trabajar y estaban sometida a la tutela de su marido. Las mujeres trabajadoras tenían que aceptar salarios inferiores a la de los hombres por el mismo trabajo; eran excluidas de algunas labores.
Ante las desigualdades, surgieron algunas iniciativas de organizaciones de mujeres, en alianza con partidos políticos radicales, que hizo posible reformas legales como: el Acta de Propiedad de la Mujer Casada de 1882 en Inglaterra, que reconocía el derecho de las mujeres a la propiedad y a disponer libremente de sus salarios. En Finlandia, en 1878, la ley reconoció a las mujeres rurales el derecho a la mitad de la propiedad y de la herencia en el matrimonio y en 1889, las mujeres casadas pudieron disponer libremente de sus salarios.
Pero, en países como Francia y España a lo largo del siglo XIX, se reforzó la legislación discriminatoria de las mujeres; el Código Napoleón en 1803 y el Código Civil español de 1889 disponía que la mujer casada careciera de autonomía personal y tanto sus bienes como sus ingresos eran administrados por el marido. Sólo hasta el XX cambió la legislación en estos países.
Los movimientos feministas consideraron que la educación era el medio que potenciaba la autonomía de las mujeres y las igualaba a los hombres, por lo cual, a lo largo de los siglos XIX y XX, reivindicaron son insistencia el derecho a la educación para las mujeres. La educación y el derecho al trabajo fueron los ejes del feminismo social, frente a una corriente más centrada en la igualdad política y la lucha por el sufragio.
La Lucha por el Sufragio
Para las feministas el voto era lograr un espacio de decisión política, por lo cual la reivindicación del voto femenino fue una de las causas principales de movilización de las mujeres en el siglo XX. Las más activas fueron las sufragistas británicas, que se organizaron en dos (2) vertientes: Unión Nacional de Sociedades de Sufragio Femenino, lideradas por Millicent Fawcett (1847 – 1929), dedicada a la propaganda política y a las campañas de persuasión, en un marco de legalidad. Ante la ineficacia de los métodos, surgió un ala radical representada en la Unión Social y Política de las Mujeres, liderada por Emmeline Pankhurst (1858 - 1929), sus métodos fueron de acción directa como las protestas violentas, marchas, huelgas, presentándose una respuesta represiva del gobierno frente a este movimiento.
Esta radicalización contribuyó a la obtención del voto femenino en Gran Bretaña, pero sólo hasta 1928 se dio en los mismos términos que para los hombres. Finlandia en 1906 y Noruega en 1910 fueron los primeros países en consagrar la igualdad política y en establecer el derecho al voto para las mujeres, siendo fundamentales en este logro, la prensa y las asociaciones. Los primeros periódicos feministas fueron publicados en Inglaterra y Francia a comienzos del siglo XIX. Entre los periódicos de mayor influencia, están: English Woman Journal y el francés La Fronde.
En principio, las asociaciones de mujeres se dieron de manera esporádica y en momentos de efervescencia política, con los clubes revolucionarios franceses de 1830 y los clubes feministas de 1848.
En Alemania e Inglaterra fueron abundantes las asociaciones que buscaban responder a las políticas agresivas y hostiles, sirviéndose de mecanismos legales, como: prensa, mítines, reuniones, manifestaciones y congresos nacionales e internacionales; con éstos se establecieron e intercambiaron lazos con las demás organizaciones femeninas europeas, conformándose una red internacional de feminismo, donde se establecieron dos (2) tendencias: la liberal y la socialista, que se dividieron en el Congreso de Berlín, 1896; los socialistas siguieron trabajando en el marco del Movimiento obrero Internacional.
Actividad
¿Qué factores motivaron la organización de las mujeres en el siglo XIX?