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La Nueva Granada Antes del Proceso de Independencia


La Nueva Granada del siglo XVIII


La Nueva Granada fue uno de los cuatro (4) virreinatos de América Latina, junto a los de la Nueva España (hoy México),  Río de la Plata (hoy Argentina) y Perú; fue creado en la segunda mitad del siglo XVIII, después de los ya mencionados, quienes estaban más poblados y producían un mayor porcentaje de riqueza para el imperio español.

En 1825  habían  cerca de 1 millón 300 mil habitantes y ocho (8) de cada diez (10) vivían en el campo; las ciudades eran pequeñas, así Bogotá contaba con 40 mil habitantes a comienzos del siglo XIX.

El territorio nacional era desconocido, aunque existían algunos mapas, tampoco había buenas comunicaciones.

Los colombianos del siglo VXIII se consideraban parte del Imperio español, celebraban el nacimiento de los príncipes, el cumpleaños del rey y la reina, y estaban atentos a lo que les ocurría a los monarcas españoles.

Economía Minera


En la Nueva Granada se encontraban yacimientos de oro, principal y único  producto de exportación de la época que permitía tener intercambios comerciales pero no logró un  gran desarrollo económico en la época colonial, lo que no dio lugar al progreso de otras actividades productivas, como las plantaciones a gran escala y el florecimiento de la industria. Así, las haciendas cubrían las necesidades de alimento de los trabajadores de las minas de oro, o sólo autoabastecían el mercado local, que era lo que pasaba con los productos diferentes al oro.

Con el oro se conseguía mercancía de lujo elaboradas en Europa que sirvieron para el uso y distinción de las familias más ricas. Estas familias se dedicaban al comercio, eran dueñas de haciendas y de esclavos  que trabajaban en la explotación de las minas. Esa dependencia del oro como producto exportador, se debía a que era lo que compraban los españoles.  En España se vivía una escasez de oro que fue suplida por los americanos que hacían sólo lo que necesitaban los españoles.  Además de que, se prohibió a las colonias comprar o vender sus productos a otras potencias comerciales diferentes a España.

Así, la Nueva Granada estuvo estancada económicamente durante la colonia, no se hicieron desarrollos tecnológicos ni se importaron  maquinarias para la industria, sino que se utilizaron los bienes producidos en otras partes, a altos costos, que sólo podía cubrir la clase adinerada.

Estructura Social

Profundamente desigual, a pesar de la difusión de la Iglesia de que todas las personas eran iguales antes Dios, pues los españoles y los criollos tenían privilegios sobre los demás.


Así, la educación era para los descendientes directos de los españoles, y no para los indígenas ni los negros ni los mestizos; también había que demostrar la pureza de sangre para  aspirar a beca en la universidad o para ocupar un cargo público.

Había segregación  étnica, presentándose más de cincuenta (50) “tipos raciales”, como zambos, mulatos, cuarterones, saltapatrás y otros que guardaban  relación con el color de la piel de sus ancestros.  Se consideraba que las castas más cercanas al blanco español eran las más puras y superiores, mientras que las que se acercaban más al indígena o al negro eran inferiores.

La institución  política básica era el cabildo municipal, al que tenía acceso los encomenderos eran los responsables de dirigir el trabajo indígena y de velar por su evangelización, y los “vecinos”, que eran padres de familia o religiosos.  Los grupos subalternos, los conquistados, no tenían acceso a este cuerpo político ni podían deliberar sobre la forma de gobierno de la ciudad, aunque podían ser “representados” públicamente.  Así, se expandió el Imperio Español  y una de las principales características hasta el cambio dinástico de 1740, cuando los Borbones buscaban homogeneizar el derecho y abolir el pactismo practicado.

Educación Colonial


Durante la colonia el número de establecimientos educativos era muy bajo.  En  la Nueva Granada había un colegio mayor que era una Universidad, pero no se aprendían los conocimientos modernos que se enseñaban en otras universidades del mundo.  Además, no había una tendencia a educar a los hijos, ni siquiera en el caso de los ricos, tal vez porque no se veía las ganancias de efectuar tal inversión, pues era muy costosa, tampoco la educación era práctica, por su método se conocía como escolástica, consistía más en repetir que en opinar, criticar, argumentar o investigar la naturaleza.

Conjuntamente, había pocos lectores, el porcentaje de personas que sabían leer y escribir era muy bajo, lo cual hizo difícil hacer rentables los periódicos que empezaron a aparecer a finales del siglo XIX, haciendo circular nuevas ideas.  El analfabetismo le imprimía a la gente el tradicionalismo pues la oralidad tiende a ser repetitiva más que innovadora.

El español fue la lengua dominante en la Nueva Granada para finales del siglo XVIII, a pesar de que las clases en las universidades eran en latín.

A finales del siglo XVII, algunos sectores  empezaron a buscar cambios en la educación.  La reforma de Moreno y Escandón generó  que las universidades impartieran  conocimientos útiles, que se aplicaran al desarrollo de la industria y para aumentar las exportaciones de materias primas, mediante el desarrollo del conocimiento científico de la naturaleza.  En ese momento, las universidades empezaron a recibir  más estudiantes de diferentes regiones de la Nueva Granada, aunque esto no significó un cambio notorio en la manera de enseñar pero si  fue un momento en el que los estudiantes buscaron nuevos espacios para discutir sus dudas y debatir textos novedosos venidos de Europa, que a veces eran prohibidos por la Iglesia.  Entonces, aparecieron tertulias donde algunos hombres compartían libros y lecturas y se accedió a la ilustración –considerada como una de las causas de Independencia-, de mano del estudio de las ciencias naturales, la geografía, la filosofía o la física.

La Expedición Botánica


A finales del siglo XVIII se inicia la Expedición Botánica gracias al movimiento reformador de Moreno y Escandón.  Esta tuvo  como objetivo aplicar las Ciencias Naturales a la flora del país, para conocer las plantas “útiles” que podrían ser explotadas comercialmente.  Esta se considera el primer capítulo  de las ciencias modernas en Colombia. En esa época se conocieron personajes importantes, por su espíritu innovador y por su preocupación  por encontrar las vías de modernizar el país, siendo llamados los padres de la patria.  Ellos fueron Francisco José de Caldas, Antonio Nariño, José Celestino Mutis, Jorge Tadeo Lozano, Camilo Torres y otros que aplicaron y divulgaron las ideas de la Ilustración.

Muchos de esos personajes tuvieron influencia duradera en el país, ya sea como intelectuales, científicos, políticos o militares.

La Rebelión de los Comuneros (1781)


Muchos la consideran  como una revolución prerrevolucionaria.  En ese momento, el Imperio  atravesaba una dura crisis y, con la caída del monarca español ante la invasión de Napoleón, se desintegró en múltiples unidades políticas independientes. 




La revuelta comunera llegó como anillo al dedo para comprobar  que los pueblos estaban listos para derrotar al rey e instaurar una república con los ideales de la que se había creado en Estados Unidos: moderna, igualitaria y democrática.  En ese momento los criollos de clase alta disputaban con los españoles la administración de los reinos y también se hallaban molestos con la idea de no poder intercambiar productos con barcos  que no estuvieran autorizados por España.  Aunque no había una clara voluntad de separarse de España,  los criollos querían  más autonomía, deseaban que se les tratara de la misma manera que a los españoles peninsulares y los indígenas, negros y mestizos se quejaban por el régimen desigual; por haber perdido sus tierras; por ser movilizados a la fuerza, de un lugar a otro; por la falta de libertad y por los excesivos impuestos.

En todo caso, la revolución comunera tuvo un origen popular e integró todas las críticas contra el imperio colonial y el grito de los comuneros que se hizo célebre en la colonia para protestar contra las medidas impopulares, fue: “¡Viva el Rey, muera el mal gobierno!”.

La causa inmediata de la protesta comunera fueron las reformas implantadas, desde 1779, por el visitador Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres, que encarecían  casi todos los productos y se imponía un control más fuerte por parte de los españoles. Las últimas medidas, decretados en 1781, acabaron con la paciencia de los granadinos.

La protesta que se extendió por todo el país, tuvo su epicentro en la provincia del Socorro.  Allí, el 16 de marzo de 1781, Manuela Beltrán rompió el decreto donde se consagraba el último impuesto destinado a financiar la guerra imperial contra los ingleses.

Ante la reacción pública en el Socorro, el Cabildo decidió suspender las nuevas medidas, aunque esto no calmó el descontento que pedía la destitución del visitador Gutiérrez de Piñeres. Un mes más tarde, el 16 de abril de 1781, se constituyó una junta que se denominó “común” – de ahí el nombre de comuneros- para oficializar la protesta contra las recientes reformas de la Corona española.

Esta junta estaba formada por: un representante de los indígenas, Ambrosio Pisco; otro de los mestizos, José Antonio Galán, y otros dos (2) de los criollos, Francisco Berbeo y Salvador Plata.  Ellos dirigieron unas veinte (20) mil personas que marcharon desde Socorro hasta Zipaquirá, para negociar “las capitulaciones”, es decir, el documento en el que expusieron las peticiones del movimiento. El tamaño de la movilización fue inmenso y el ejército no lograba controlarla, pues la mayor parte del mismo estaba en Cartagena, por el continuo asedio de este puerto por parte de los ingleses.  Allí también se encontraba el virrey Manuel Antonio Flores a cargo de las tropas coloniales.

La autoridad del virrey estaba en Santa Fe de Bogotá en Gutiérrez de Piñeres, quien conformó una junta  para negociar con los socorranos en Zipaquirá.  La junta estuvo comandada por el arzobispo Antonio Caballero y Góngora, quien se entrevistó con Berbeo, principal líder de los comuneros y Caballero y Góngora firmó un acuerdo aceptando las condiciones de los comuneros, acuerdo que fue aprobado al día siguiente por las autoridades en Santa Fe.

El virrey desde Cartagena, desconoció el acuerdo, restableció los impuestos y envío tropas a Bogotá para que persiguieran  a los instigadores de la revuelta.  José Antonio Galán con un grupo hizo frente a las tropas del virrey, pero fue apresado y condenado con sus compañeros, a pena de muerte; además, su casa fue quemada y las cenizas fueron rociadas con sal, su cuerpo fue descuartizado y sus partes se expusieron durante meses en las principales poblaciones, donde se habían quejado por las reformas.

Después de terminar la revuelta comunera, el virrey Solís fue reemplazado en su cargo de máxima autoridad por el arzobispo Caballero y Góngora.  El nuevo virrey aceptó algunas de las peticiones para que no se volviera a presentar el descontento general.

La revuelta comunera tiene tres (3) enfoques: para algunos historiadores, se trató de un movimiento reformista; para otros es el principal movimiento precursor de la guerra de Independencia y para los terceros, fue una revolución social interrumpida por las elites gubernamentales y los negociadores criollos.