Entre 1789 y 1799, cuando Napoleón Bonaparte alcanzó el poder, Francia tuvo una etapa de inestabilidad social y política, ocurriendo eventos dramáticos, confusos y violentos.
Los gobiernos monárquicos se habían caracterizado por su gran estabilidad, los reyes permanecían hasta la muerte y los sucedían sus hijos, pero durante la Revolución Francesa, los gobiernos duraban unos meses, debido a la constante disputa por el poder, llegando a situaciones desesperadas; por lo cual se conocen dos período de la misma, como son: “El gran miedo” y la “Época del Terror”.
¿Qué fue lo que llevó a Francia a esta situación?
Los historiadores han pensado en muchas razones, ya que este fue de trascendental importancia para la historia de la humanidad, pues con ella se modificó el curso de la historia.
¿Qué dejó la Revolución Francesa?
Los legados de la Revolución son muchos, pero el más importante es la transformación política. Dicha transformación se promulgó en la proclamación de la igualdad de los ciudadanos frente a la ley y en la Consolidación de la República.
Antes de la revolución, en el Antiguo Régimen que fue derribado por la Revolución, eran normales las grandes diferencias entre las personas y otras; se aceptaba especialmente los privilegios de los nobles. Los nobles pagaban pocos impuestos, y tenían mucha libertad, mientras la vida de los campesinos era muy difícil.
En cada localidad francesa había un señor feudal, con título de nobleza y con mucho poder sobre los campesinos. El señor feudal se enriquecía a costa de los campesinos a los que les cobraba un derecho de vecindad, si querían vivir en tierras próximas de su castillo; los obligaba a trabajar en sus tierras sin salario; les cobraba peaje, o pontazgo, por usar el puente sobre el río que era de su propiedad; si el campesino quería vender sus productos, debía nuevamente pagarle para tener el derecho de poner en el mercado lo que había cultivado. Además, los campesinos no podían cazar los jabalíes porque le pertenecían a los nobles; tampoco podían hacer molinos, ni hornos para procesar trigo, pero si tenía que pagar por su uso.
No bastando con todo lo anterior, periódicamente el campesino recibía la visita de funcionarios reales que lo despojaban de lo mejor de su cosecha, este era el impuesto de la talla.
Para los nobles, la cosa era muy distinta: pagaban sólo algunos de los impuestos que decía el rey; podían aspirar a los más altos puestos, como ministros o magistrados y ocupar altos cargos en la iglesia o en el ejército, pues se creía que habían personas que habían nacido para gobernar y otras para obedecer. Le imputaban a Dios este orden.
Como podemos ver, el Antiguo régimen era muy jerarquizado, pero a pesar de eso surgieron los burgueses, que propiciaron la Revolución Francesa.
En el Antiguo Régimen había una clase social entre los campesinos pobre y los nobles, la burguesía, la cual estaba compuesta en su mayoría por empresarios que lograron acumular riquezas, gracias al comercio; también formaba de ella, los abogados, los médicos, que aunque no eran noble, ejercían profesiones.
Los burgueses a diferencia de los nobles, tenían riqueza por su trabajo en el comercio y no por su condición o por el trabajo de los campesinos; pero no podían acceder a título nobiliario, es decir, no podían tener cargos importantes en el gobierno ni tenían el prestigio de los nobles.
Sin embargo, los burgueses alcanzaron gran poder económico durante los siglos XVII y XVIII, tiempo en el que los reyes optaron por poner a la venta los títulos de nobleza; así un burgués podía convertirse en noble, pagando una suma grande de dinero.
Aislados del poder político, los burgueses pudieron pagar una buena educación para sus hijos y muchos de ellos propugnaron el desarrollo de ideas revolucionarias.
Se presenta, en Francia, una crisis económica en 1787, donde una tercera parte de la población (28 millones de habitantes) vivían en la miseria; la mayoría estaba en el campo sin tierras propias para cultivar, sumándose las plagas, que atacaban plantaciones y las sequías, se dieron épocas de grandes hambrunas. Siendo ésta una de las causas de la Revolución Francesa.
Particularmente, los años previos a la Revolución fueron duros para todos. Por lo cual, el rey debía recaudar más impuestos, los campesinos no querían que llegaran los funcionarios a sus casas, pues no querían ni pagar impuestos ni entregar lo que cosechaban mientras eximían a los grandes señores del pago de los mismos.
La burguesía también estaba aburrida del pago de impuestos mayor al de los nobles y de que con su dinero se pagaran otros sus lujos.
Entonces, lo único que se le ocurrió al rey fue que los nobles pagaran más impuestos; pero éstos no querían perder sus privilegios ni perder la tradición.
Luis XVI, entre 1774 y 1792, al no poder resolver esta crisis económica, perdió la estima de la población y mucho más complicado fue para este rey, cuando esta crisis económica pasó a ser crisis política, la cual definió la caída del Antiguo Régimen.
Fue así que, las personas ilustradas se empezaron a pensar en la idea de cambiar la manera de gobierno; al culparse de esta crisis a Luis XVI (gobernaba como un déspota ilustrado, es decir, sólo con el apoyo de sus ministros y su consejo de regencia y con ellos decidía nuevos impuestos y medidas) pues las reformas que implementó no funcionaron; se pensó que era necesario que otras personas intervinieran para salvar a Francia pues ya no se confiaba en el rey. Entonces, el rey pensó que la única solución era reunir los Estados Generales para solucionar la crisis política, pero con ello se abrió la revolución.
(Los Estados Generales fueron instituciones de la Edad Media creadas por Felipe IV, rey de Francia entre 1285 y 1314, su función era que las diferentes “órdenes” o grupos sociales que conformaron el reino, podían pronunciarse sobre las decisiones que tomaba el rey; habiendo evitado este mecanismo enfrentamientos violentos dentro del reino, ya que cuando se tomaba una
decisión, ningún sector de la sociedad podía decir que no se había tomado en cuenta su opinión.
Cuando el rey convocaba a los Estados Generales, se reunían en un mismo recinto los miembros más destacados de la nobleza o Primer Estado, de la iglesia o Segundo Estado y del pueblo o Tercer Estado, para debatir sobre asuntos que preocupaban al reino, como las guerras con otros reinos o sobre la necesidad de aumentar impuestos; quienes debatían las ideas y tomaban una decisión en común se llamaban diputados. Este sistema de participación era muy restringido, pues cada orden o grupo social tenía derecho a un voto, de esta manera, el voto mostraba los intereses de un grupo social. Por lo anterior, se dice, que el Antiguo Régimen fue una sociedad de órdenes y no como la sociedad actual, una sociedad individualista.
La manera de hacer las cosas de los Estados Generales, también tenía sus problemas, pues, aunque el clero y la nobleza representaban al 1.5% de la población, cada uno tenía derecho a un voto; mientras los del tercer estado que representaban al 98.5% de la población sólo tenían derecho a un voto, lo que hizo a estos último victimas de una profunda desigualdad).
Desde 1614, Los Estados Generales no se reunían, pues el rey había pasado a tomar las decisiones importantes, contando con el respaldo de su Consejo. Pero ahora que el rey se veía obligado a volver a los Estados Generales, el Tercer Estado ya no se conformaba con el mismo sistema de votación.
Entre 1614 y 1788, la Ilustración provocó una transformación cultural y la sociedad había cambiado con la burguesía. La Ilustración puso en circulación la idea de la igualdad, así que los miembros del Tercer Estado pensaban que los viejos Estados Generales eran desventajosos para ellos y ventajosos para los nobles, pues era de esperarse que el clero y la nobleza, aunque fueran una minoría se aliarían para que no votaran impuestos contra ellos. Así que, los diputados del Tercer Estado propusieron que las votaciones no se hicieran por órdenes sino de manera individual; pedían que se contabilizaran los votos de cada uno de los diputados pero Luis XVI y los privilegiados no estuvieron de acuerdo porque temían que de esa manera la burguesía tendría la mayoría a su favor. Al no resolverse la situación, los diputados del Tercer Estado, en un acto de rebeldía, se declararon en Asamblea Nacional Constituyente. Toda la población estuvo de acuerdo.
Como los diputados hicieron caso omiso de la voluntad del rey, Luis XVI decidió cerrar la sala donde se reunía la Asamblea. Ese fue un primer acto de hostilidad entre el rey y los representantes del pueblo, pero no un obstáculo para los diputados que tenían la certeza de contar con el respaldo del pueblo, que confiaba en que la Asamblea Nacional Constituyente, solucionaría la crisis económica.
Entonces, los diputados del Tercer Estado siguieron reuniéndose en otro lugar y juraron permanecer en Asamblea hasta dejar escrita una Constitución para el reino y con esta iniciativa del Tercer Estado contra el absolutismo monárquico, algunos miembros del clero, es especial los que no pertenecían a la nobleza, así como algunos nobles ilustrados, se sumaron a la Asamblea.
Uno de los primeros actos de la Asamblea Nacional Constituyente fue negarle a Luis XVI la posibilidad de declarar nuevos impuestos; solo la Asamblea por votación individual de los diputados, estaba en adelante habilitada para hacerlo. Mientras tanto Luis XVI no se resignaba a perder su autoridad, pero ya no tenía que hacer.
Antes de la Asamblea Nacional, no existía en Francia una Constitución escrita, sólo se conocía la de Estados Unidos de América, siguió Francia y después muchos países creían que era esa era una buena idea que pondría fin a las arbitrariedades; hoy la mayoría de las naciones del mundo tienen uno.
A través de las Constituciones se definen las reglas con las cuales el pueblo acepta ser gobernado y se establecen con responsabilidades del gobernante y como representante máximo del pueblo.
En Francia, la mayoría de los diputados pensaron en una monarquía constitucional. Es decir, querían redactar unas normas que el rey debía cumplir, como consultar con un parlamento las decisiones a tomar.
Esta prisión era considerada como símbolo del absolutismo francés; su asalto por el pueblo el 14 de julio de 1789 significó la caída del Antiguo Régimen
Luis XVI, aún sin conformarse, envío a sus tropas junto con las de otros reyes europeos a París, donde se reunía la Asamblea, para atemorizar a los diputados.
Para el pueblo esto fue mal visto y creyendo que se ponía en peligro la Asamblea Nacional, respondió con alzamientos y desórdenes, que llegaron hasta la toma de La Bastilla, el 14 de julio de 1789, para conseguir armas para defender la Asamblea y para responder a cualquier ataque.
Ante tal situación, grandes figuras de la nobleza, temiendo por su vida, decidieron dejar Francia. Una de las personas que decidió irse fue El Conde de Artois, pero al correr el rumor que lo que pensaba hacer El Conde era formar un ejército de bandidos extranjeros, los campesinos se armaron, cuando supieron que esto era un rumor, se encolerizaron y se fueron contra los nobles locales. En Francia, los campesinos armados decidieron ir a los castillos para tomarlos a la fuerza, los quemaron, y en casi todos, destruyeron los registros escritos donde se consignaron los derechos feudales. La noticia llegó a oídos de los diputados, incluyendo los nobles, que sacrificaron algunas riquezas feudales entregando parte de sus tierras a los campesinos que estaban en su contra. A partir de esto, la Asamblea Nacional decidió dar fin de manera oficial a los privilegios y decretar el fin del feudalismo.
La Revolución Francesa suprimió “todos los derechos feudales” en la noche del 4 de agosto de 1789 y definitivamente el “Régimen feudal” con el decreto del 11 de agosto.
Durante los días siguientes, la Asamblea proclamó otros principios de igualdad, Luego, la Asamblea incorporó en la Constitución que redactaba, a manera de introducción o preámbulo, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, inspirada en el pensamiento igualitario de la Ilustración. Este fue el primer documento que recopiló los derechos y los deberes de un pueblo.
La Declaración de los Derechos y el Ciudadano tuvo mucha repercusión en el resto del mundo y su contenido se acogió como principio universal, en especial lo que se refiere a la libertad de opinión y expresión, y la igualdad incluyendo la del pago de impuestos.
Finalmente, el rey Luis XIV tuvo que resignarse a aceptar lo que decretaban los diputados y tuvo que retirar sus tropas y acatar la Constitución.
Dentro de los hechos destacados de la Revolución Francesa, fueron dos (2): La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y la abolición de los privilegios. Con esto se dio por terminado el principio aristocrático, que proclamaba la superioridad de unas personas sobre otras. Con ello se creó un legado que la humanidad siguió.
Pero los conflictos no habían terminado, las divisiones en la sociedad francesa se hicieron más profundas, formándose en principio dos (2) bandos: los patriotas (Quienes defendían la Declaración del Hombre y el Ciudadano; en general, miembros del Tercer Estado aunque también de la nobleza y el clero) y los contrarrevolucionario (Quienes rechazaban los cambios; principalmente, miembros de la nobleza y señores feudales). Los patriotas lanzaron una rebelión para destruir lo que los revolucionarios habían alcanzado.
Se rumoraba que el rey estaba con los contrarrevolucionarios y que conspiraba contra la nueva Constitución, formando alianzas con reyes extranjeros para restaurar el Antiguo Régimen. Así era, las otras monarquías europeas temían que la revolución se propagara a sus países.
Además, la crisis política no estaba resuelta, para ellos se requería más que instaurar una monarquía constitucional, pues escritores como Francois Marie Arouet Voltaire y Jean-Jacques Rousseau, habían descrito la democracia y en Estados Unidos se había creado un gobierno republicano.
El pueblo exigía que la revolución le permitiera votar y consideró a los contrarrevolucionarios como enemigos, incluyendo al rey Luis XVI, que consideraban de este grupo y traidor de la patria.
Asimismo, los patriotas se dividieron; algunos no veían con buenos ojos las nuevas peticiones del pueblo que querían la destitución definitiva del rey y la instauración de la República, a estos se les llamo moderados, pues defendían la permanencia del rey y del sistema monárquico constitucional; el otro decía representar los intereses del pueblo y se inclinaban por el sistema republicano. Este bando se conocía como el partido jacobino.
Entre 1789 y 1793, después de tres (3) años de desórdenes e inestabilidad, todavía le faltaba a la revolución en Francia y finalmente este país entró en guerra contra el rey de Austria, Leopoldo II, a cuyas tropas se unieron Inglaterra y España. Con la guerra había entre la gente más desconfianza porque se creía que algunos franceses apoyaban a Leopoldo II; se sospechaba que muchos miembros del ejército preferían que la coalición contrarrevolucionaria ganara la guerra con tal de que la revolución perdiera. Además, los jacobinos hicieron creer al pueblo que los moderados eran enemigos de la patria y de la revolución.
Con ello empezó la época que se conoce como el Régimen del Terror. De nuevo, el temor obligó a los revolucionarios a atacar la nobleza, empezando por Luis XVI, acusado de traición y llevado a la guillotina y miles de miembros de la aristocracia fueron asesinados.
Con la muerte del rey se creó el primer gobierno republicano en Francia, quiénes aún querían la monarquía, lograron incursionar en el territorio francés; por lo tanto, el triunfo de la revolución dependían de la presencia de más soldados.
Al mando del gobierno quedó el líder de los jacobinos, Maximilien de Robespierre, quien adoptó medidas drásticas para aniquilar a los enemigos de la revolución, como ordenar la obligatoriedad del servicio militar para los hombres. Esto ocasionó muchos problemas porque muchos realistas no querían prestar su servicio a la revolución por lo que les declararon la guerra. Así pues, la guerra se extendió entre los franceses.
Robespierre adoptó una ley, por lo cual todos los sospechosos de simpatizar con la contrarrevolución podían ser guillotinados. Muchos opositores murieron, por guillotina, hacinamiento o enfermedades en la prisión.
Robespierre y su gobierno lograron la victoria, valiéndose de medidas extremas y violentas, al tiempo que los ejércitos revolucionarios se apoderaron de regiones que antes no pertenecían al reino de Francia. Robespierre gobernó como un tirano, hasta sus más cercanos colaboradores temían la dureza de sus actos. Por eso, cuando Francia, gracias a sus victorias militares logró cierta estabilidad, los colaboradores de Robespierre se volcaron contra él, quien fue guillotinado, quedando el poder en manos de un Directorio, compuesto por cinco (5) miembros, que buscó devolverle a Francia la estabilidad.
Algunos historiadores piensan que con la caída de Robespierre, la revolución llegó a su fin, otros creen que esta revolución se extendió hasta 1815 con la caída de Napoleón Bonaparte, o incluso más adelante, hasta finales del siglo XIX.
En todo caso, con la muerte de Robespierre, los franceses iniciaron otro ciclo de vida, todavía había de los que pensaban en la monarquía y otros en afirmar la república. Algunos defendían la revolución otros decían que fue un gran error.
En 1799, Napoleón Bonaparte llegó al poder mediante un golpe de Estado y declaró la guerra al resto de Europa, en nombre de la revolución para que todo mundo siguiera a Francia; pero se dejó tentar por el poder y se hizo nombrar emperador, olvidando los principios de la democracia. Sin embargo, el momento de más poder de Francia, lo tuvo con Napoleón, pero le duro muy poco porque estuvo basada en la fuerza. Cuando Napoleón empezó a perder las guerras fue desterrado de su patria.
Después de Napoleón, en las ciudades de Francia se presentaron muchos enfrentamientos y sólo hasta el siglo XIX, Francia logró consolidar instituciones duraderas y una Constitución estable.
La Revolución francesa marcó un antes y un después; el pueblo que había ganado derechos estaba dispuesto a defender los cambios a pesar de la guerra mientras los nobles debieron aceptar las reglas de la democracia.