Revolución= Para la mayoría de los historiadores, fenómenos históricos totales que combina tres (3) rasgos:
Demografía y sociedad en el siglo XVIII
En el siglo XVIII se dieron cambios importantes en la estructura social europea, relacionadas con las transformaciones en las tendencias demográficas y de la configuración de la familia en Europa.
En este período, especialmente desde 1750, hubo un gran incremento de la población en Europa, excluyendo Rusia, pasó de 95 millones habitantes en 1700 a 146 millones en 1800; existiendo variaciones entre los distintos países e incluso entre regiones de un mismo país.
Se pueden identificar tres (3) tipos de crecimiento demográfico en Europa:
La variación en los ritmos de crecimiento se asocia a las circunstancias socioeconómicas de cada país. Ejemplo: la elevada tasa de crecimiento irlandés se relacionó con la demanda de sus productos agrarios desde Inglaterra, la rotación de tierras y la difusión de la patata como alimento básico en la isla.
Los especialistas han establecido como causas del cambio demográfico, desde 1750, las siguientes:
En contraste, ciudades como Londres eran atractivas para personas que querían mejorar, así que las migraciones internas y externas contribuyeron a reducir la tasa de natalidad en los sitios abandonados, a retrasar el matrimonio y a aumentar el índice de celibato definitivo de los inmigrantes a las ciudades.
Lo anterior indica que las migraciones ejercieron un papel moderador del crecimiento demográfico.
Los cuatro (4) centros urbanos más importantes de Europa, fueron: Londres, París, Nápoles y Viena; en Rusia, San Petersburgo y Moscú.
Las ciudades de mayor crecimiento fueron las capitales administrativas y políticas, los puertos y las ciudades industriales.
El fenómeno de urbanización se dio con mayor fuerza en Inglaterra, debido a su desarrollo económico.
En las ciudades se presentaba mayor mortalidad infantil y adulta más alta que en las zonas rurales, debido a los procesos migratorios y a las deficientes condiciones higiénicas y sanitarias que se daban en las barriadas.
La Familia: Parentesco y solidaridad
En esta época se identificaron en Europa diversos modelos familiares, de acuerdo a las tradiciones y formas de explotación económica, así:
Familia comunitaria: Convivían diversos grupos matrimoniales, de padres e hijos u otras combinaciones de parentesco. En las prácticas hereditarias se privilegiaba a un solo heredero; siendo ésta la característica de los grandes señoriales de Europa del este, Rusia y Polonia, y determinadas zonas de aparcería: Poitou, Auvernia o las Mezzadria de Italia Central.
Familia troncal: Los progenitores convivían con el matrimonio de uno de sus hijos, el heredero de todos sus bienes; los demás hermanos permanecían solteros en la misma casa, una vez casados se integraban a la misma familia o y norte de Portugal, Francia meridional, zona alpina y países bálticos.
Familia nuclear, conyugal o simple: Compuesta por la pareja y sus hijos solteros, quienes al casarse constituían su propio hogar. Presente en toda Europa, con predominio en el noreste del continente.
Los cambios socioeconómicos de los siglos XVIII y XIX perfeccionaron el modelo de familia conyugal que resultó más flexible, funcional y adaptativo a las nuevas condiciones modernas.
De todas maneras, antes del siglo XVIII, la familia vivía así:
Población Activa
En el siglo XVIII, la población activa, generalmente, trabajaba en actividades agrícolas y ganaderas, alternadas con la industria casera.
Debido a las cargas económicas, se amplío el período de los individuos, la mujer tenía una elevada participación laboral asociada a la vida doméstica, agrícola y de pastoreo; también participaba en la industria casera, como artesana independiente o como asalariada en actividades textiles y en el servicio doméstico.
En Gran Bretaña, la industria doméstica estacionales fueron el paso intermedio entre el taller artesanal y la fábrica. Durante el invierno, el mercader capitalista les suministraba a los campesinos materia prima: lana, lino y telares manuales o ruecas para elaborar productos textiles. Toda la familia trabajaba y luego el mercader pasaba a pagar y a recoger el producto para venderlo en mercados distante. A medida que se perfeccionaron las máquinas, aquella modalidad de producción fue insostenible.
En la segunda mitad del siglo XVIII, el artesano británico era cada vez más dependiente del mercader o comerciante.
El artesano perdió contacto con el cliente y las relaciones comerciales empezaron a ser más impersonales.
El artesano fue endeudándose y terminó por vender sus parcelas, convirtiéndose en un asalariado, desapareciendo poco a poco la industria casera, sus dueños se desplazaron a la ciudad para trabajar en fábricas industriales. Esta dinámica británica se replicó en el resto de Europa, durante el siglo XIX.
La Revolución Agrícola
En el siglo XVII la agricultura y ganadería era muy semejante a la Edad Media, franjas de tierra en diferentes campos. Los cultivos de trigo y cebada eran sembrados en rotación anual y la tierra se dejaba en barbecho cada tres (3) años para su recuperación. Se separaban zonas denominadas ejidos, que eran zonas abiertas comunales en las que los campesinos pastaban sus animales, extraían la turba y madera y recolectaban forraje para los animales. En invierno, la ganadería era pobre por falta de forraje y por las epidemias.
Pero este sistema se alteró por cambios e innovaciones técnicas en la producción agrícola, dados desde el siglo XVII en los Países Bajos, y que se extendieron desde el siglo XVIII a Inglaterra y otras áreas de Europa. Mientras tanto, zonas aledañas a la ciudad, donde dominaban las pequeñas y medianas explotaciones eran aprovechadas para desarrollar una agricultura intensiva variada y de alto rendimiento. Se trabajaba con aperos más eficientes y se alternaban complejamente los cultivos: a los cereales sucedían plantas industriales, leguminosas y forrajeras. Esta alternancia permitió mayores niveles de fijación de nitrógeno favoreciendo la fertilidad del suelo.
Con la ayuda del abono orgánico se redujo el barbecho y se aumento el cultivo de forraje, lo que permitió el desarrollo de la ganadería. El ganado producía abono y proporcionaba productos como carne, leche, queso y mantequilla.
En las últimas décadas del siglo XVIII se difundió el uso del arado Rotherham de hierro; en 1786 aparece la trilladora de A. Meickle, que podía se accionada por vapor, su difusión se dio hasta el primer tercio del siglo XIX.
En 1800 llegaron nuevos cultivos y métodos a Inglaterra. Charles Townsend experimentó la rotación de cultivos con nabo y trébol; Jethro Tull introdujo el uso de la sembradora mecánica de semillas.
El aumento del consumo de carne incentivó a Robert Bakewell a la cría selectiva de ganado ovino y vacuno y logró la raza: La nueva Leicester.
En 1831 apareció la segadora de Cyrus McCormicK y con ella máquinas como trilladoras, desgranadoras de maíz, rastrilladoras y cultivadoras.
El cercamiento o encerramiento, aprobado por el Parlamento inglés en 1750, constituyó la privatización de las propiedades comunales. Hasta ahora funcionaron los acuerdos entre propietarios, pero después de 1750 se debían repartir los bienes comunales, constituir nuevas unidades y levantar los cercados de las nuevas haciendas y caminos. En muchos casos, los gastos se repartían, terminando los pequeños propietarios endeudados, en la ruina y obligados a ser asalariados urbanos o rurales.
En el caso de Italia, al norte el desarrollo de agricultura intensiva se asoció a los niveles de urbanización. En Apulia y Sicilia predominaba el cultivo extensivo de cereales y la ganadería trashumante.
El Valle del río Po contaba con una red de regadíos que facilitaba el mantenimiento de las praderas artificiales para la alimentación del ganado y para el regadío de los cultivos de maíz, centeno y arroz. También cultivaban frutales, uvas y moreras. Italia era el mayor productor de seda de Europa, al igual que Holanda, la alta rentabilidad les permitía invertir para intensificar la producción y la mejora de infraestructura en drenajes y desecaciones.
El elevado y temprano desarrollo urbano y la alta intensidad demográfica de los Países Bajos favoreció el uso intensivo de mano de obra y la apertura de un mercado internacional relativamente importante, por esto se desarrolló una agricultura muy avanzada y especializada, orientada al mercado. Su solidez económica favoreció la inversión privada y estatal para desecar pantanos y ganar tierras cerca del mar, en los polders.
En Alemania, al igual que en España, las innovaciones aparecieron ya entrado el siglo XVIII, no en todo el territorio sino como islas, Renania, en Alemania; y Cataluña, en España; son ejemplos.
En Alemania se debió a la guerra de los Treinta Años; el fortalecimiento de la burguesía de Renania, asentado en la cuenca media del río Rin, favoreció el desarrollo de los mercados locales de Colonia y Manguncia y de exportación a los Países Bajos que absorbían la alta producción de vinos, lino, achicoria, tabaco y patata.
Así, se consolidó la agricultura especulativa con la desaparición del barbecho y en estrecha relación con el desarrollo de la ganadería bovina en establo.
En 1750, la agricultura romana era una de las más sobresalientes y avanzadas en Europa.
La revolución agrícola fue larga y supuso un aumento considerable en la productividad de la agricultura europea y una menor participación de mano de obra en las tareas agrícolas; esto requirió una sustitución del sistema de tenencia de la tierra y la organización del trabajo en torno a la aldea, por una agricultura comercial e industrial.