La población creció, pasó de 9 millones en 1780 a 21 millones en 1850; mientras la población europea pasó de 188 millones en 1800 a 266 millones en 1850. Igualmente se incrementó la urbanización. Centros urbanos como Manchester y Birmingham triplicaron su población en la segunda mitad del siglo XVIII. Este patrón se repetía en otras ciudades de Europa en proceso de industrialización.
Así, el campesinado y la aristocracia descendieron en número, riqueza, posición e influencia, mientras las clases medias en general crecieron. Se crearon nuevas clases sociales, los propietarios de los medios de producción con capital propia y se llamaron empresarios, capitalistas o burguesía industrial y los expulsados del campo pasaron a ser la clase obrera o proletaria.
En la Revolución Industrial, la nueva burguesía se opone a la reglamentación estatal que favorece los privilegios estatales y limita la actividad económica; asumiendo la burguesía protagonismo en el siglo XVIII, al enfrentarse con un sistema político-social establecido en el Antiguo Régimen.
Soldados licenciados y artesanos fueron absorbidos por las fábricas y pasaron a ser el proletariado industrial. Los obreros, estaban acostumbrados a trabajar en diferentes actividades, pero en las fábricas eran una pieza más, bajo la supervisión de un capataz que los maltrataba e imponía multas por cualquier infracción y les extendía las jornadas laborales a su arbitrio. La vida de los trabajadores eran lamentables con fábricas y minas sucias, húmedas, oscuras, poco ventiladas y ruidosas, donde los obreros pasaban de 12 a 16 horas diarias.
Con el crecimiento rápido y desordenado de las ciudades aparecieron los suburbios superpoblados, sucios y conflictivos; cerca a las fábricas, para eliminar los costos de transporte.
Las máquinas favorecieron la vinculación de la mano de obra femenina e infantil, desde muy corta edad, recibiendo salarios dos (2) o tres (3) veces más bajos que los hombres; pues durante el siglo XVIII no habían normas que regularan el empleo infantil y los niños de diez (10) años en adelante eran empleados en la industria textil, en las minas y en la industria siderúrgica, con jornadas laborales de 13 horas.
En 1883, se redujo a 9 horas y la edad aumentó a 11 años.
Los salarios eran de subsistencia y eran obligados a gastarlos en los almacenes de propiedad de la compañía, en muchas ocasiones y con precios arbitrarios.
Así, la situación del obrero en la primera mitad del siglo XVIII fue de esclavitud.
La concentración de población, en las fábricas, en condiciones tan penosas, hizo que los trabajadores pensaran en acciones colectivas. Las primeras protestas obreras se dieron en el Parlamento Inglés. Los trabajadores querían que prohibieran las máquinas, pues ellas eran responsables de su sufrimiento, pero las peticiones fueron negadas, pues el Parlamento estaba conformado por la burguesía industrial.
Al no tener resultados, los obreros se fueron a las vías de hecho: asaltaron fábricas y destrozaron fábricas, a lo que se le llamó Movimiento ludita o ludismo, en honor Ned Ludd. Este movimiento se empezó en 1760 y alcanzó su momento más importante entre 1811 y 1816.
Entonces, el gobierno inglés expidió leyes condenando a muerte a quienes participaron en la destrucción de las máquinas y utilizaron el ejército para proteger las fábricas y a los patrones.
Pero aparecieron nuevas modalidades de resistencia obrera: organizaciones y asociaciones de carácter social, clubes de obreros, cajas de ayuda mutua y los primeros sindicatos, para:
Las primeras asociaciones aparecieron a finales del siglo XVIII en la industria de lana y algodón.
El gobierno inglés en 1799, a petición de la burguesía industrial, prohibió las huelgas, asociaciones y sindicatos, argumentando que era el mercado el que fijaba los salarios.
En 1815, la presión social en Inglaterra aumentó, los obreros exigieron el sufragio universal y el trabajo. La protesta fue tan grande que el gobierno debió levantar las leyes que prohibían las asociaciones obreras, posibilitando el movimiento de conformación de sindicatos, llamados unions.
El Trade unions, primero eran uniones de trabajadores de un mismo oficio en una localidad. En los años 30, esas asociaciones se unieron y a mediados del siglo agruparon a cientos y miles de obreros británicos de todos los oficios. Estas asociaciones adquieron tal fuerza en esta época que el Parlamento debió aceptar una serie de reformas y promulgar leyes que permitieran a los obreros defenderse frente a la arbitrariedad de los patrones; pero esto ocasionó que se eliminaran los subsidios de pobreza y la burguesía pudo contar con más mano de obra dispuesta a trabajar por lo mínimo.
En 1837, nació el cartismo, primer movimiento político obrero independiente; su nombre viene de la Carta del Pueblo, documento que contenía las siguientes peticiones al Parlamento:
El cartismo buscaba la democratización del sistema político británico para mejorar las condiciones de vida de los obreros industriales. El movimiento estaba formado por obreros, burguesía pequeña y media, lo cual lo inhabilitaba en algunas acciones. Con el tiempo, el Parlamento inglés adoptó la mayor parte de las peticiones de la Carta del Pueblo.
En 1842, fue adoptada una ley que prohibía el trabajo en las minas para las mujeres y los niños; en 18 la jornada de trabajo para los niños, en la industria textil se redujo a cinco (5) horas y media y en 1847, la jornada laboral de adultos se redujo a diez (10) horas y en 1867 se estableció el voto secreto.
A partir de de 1840 el grupo perdió fuerza pero ejerció influencia en el desarrollo posterior de Inglaterra y en las concesiones a la clase obrera por parte de los capitalistas.
En el siglo XX, las revoluciones industriales de Inglaterra se extendieron a otros países de Europa Occidental y Estados Unidos, debido a factores políticos y de disponibilidad de los recursos naturales.
En el siglo XVIII, en Francia, la mayoría de la población estaba en el campo, en condición de siervo, no habiendo personal para las fábricas; además la aristocracia restringió los préstamos para inversiones. Así, el sistema y la mentalidad feudal fueron negativos para el desarrollo de la industria, el comercio y la agricultura. Sin embargo, existieron industrias medianas o talleres manufactureros de porcelanas, tapicerías de seda, paño, telas y jabón; de aquí se desprendieron las fábricas francesas. Allí cada especialista tenía a su cargo uno o varios obreros.
Para finales del siglo XVIII, Francia tenía una importante industria artesanal como los tejidos de Lyon, las manufacturas de lana, industria metalúrgica, minas de hulla y vidrierías. A comienzos del siglo XIX, se presentaron los mayores avances en la industria con el uso de inventos tecnológicos como el telar mecánico de Jacquard, la máquina de vapor y el empleo de la hulla en la fundición de hierro.
La situación del proletariado era similar a la de Inglaterra, que también provocaron la sublevación obrera, manifestándose en el ataque a las máquinas, huelgas, marchas y manifestaciones armadas. En Lyon se produjo la primera insurrección que dio comienzo al primer movimiento obrero independiente francés.
A principios del siglo XIX, los territorios alemanes tenían un orden político feudal y se encontraban fraccionados en 36 Estados independientes, con un régimen monárquico apoyado en la nobleza. Lo anterior, impidió la unidad económica y retrasaron el desarrollo capitalista en Alemania.
Hacia 1840 se presentaron adelantos en la industria textil, minera y la industria química; Runge descubrió la anilina en el alquitrán y Hofman sintetizó el benzol, base para la producción de colorantes.
La industria se concentró en tres (3) zonas:
A mitad del siglo, se endurecieron las condiciones laborales y la llegada de las máquinas dejó cesante mucha mano de obra. El predominio de los artesanos fue un obstáculo para el movimiento obrero. En la década de 1840, se dieron en Renania y Sajonia los primeros brotes de inconformiso de la clase obrera, similar al movimiento inglés.
En el caso de Rusia, ésta estaba caracterizada por:
Por lo tanto, se retraso el proceso de industrialización.
Algunos siervos tenían riqueza por los talleres y fábricas de barrios mercantiles como San Petersburgo o Moscú. Los talleres y fábricas de finales del siglo XVIII y principios del XIX funcionaban con trabajo manual. En la década de 1830 aparecieron las máquinas y se incrementó la mano de obra asalariada, lo que permitió la expansión de las industrias algodonera y azucarera. Igualmente, creció la población urbana, aumento el comercio de productos agrícola, especialmente, cereales y se ampliaron las redes de comunicación férreas. Los siervos enriquecidos y los comerciantes formaron la burguesía.
En 1861, debido a la presión, la monarquía eliminó la servidumbre, es decir, se liberó la mano de obra reclutada por las fábricas y el desarrollo de la economía mercantil, el aumento del comercio exterior y la disposición de mano de obra, estimularon al sector industrial.
El campesino pasó de ser siervo de un señor feudal a esclavo de las máquinas; las primeras manifestaciones del movimiento obrero se iniciaron en 1880 en Yártsevo, Estonia y Oréjovo zuevo.
En el caso de Estados Unidos, éste fue colonia de Inglaterra hasta 1783, cuando se independizó; sus pobladores eran principalmente inmigrantes franceses.
Los factores que permitieron la rápida industrialización de Estados Unidos fueron:
Entre 1790 y 1860, Estados Unidos consolidó la industria. Por su actividad comercial se hicieron famosas las ciudades de Nueva York, Baltimore, Filadelfia y Boston y su actividad industrial determinó la aparición de la clase obrera.
Las condiciones de los obreros estadunidenses eran mejoras, por su escasez. Los obreros calificados eran pocos, por lo cual su salario era alto, pero había diferencias entre los obreros blancos y los negros, los calificados y los no calificados y las mujeres y los hombres.
En 1830 se iniciaron las primeras protestas de la jornada laboral e instrucción, siendo implantada en todas las empresas públicas a partir de 1840. Además, surgieron numerosos sindicatos que reclamaban el derecho al voto, parcelas gratuitas, organización de escuelas y bibliotecas, reducción de la jornada laboral y mejora en los salarios. En las décadas de 1870 y 1880 hubo una campaña para la obtención de la jornada laboral de ocho (8) horas: El primero de mayo de 1886 se dio una huelga general y combates sangrientos en Chicago y otras ciudades, finalmente la jornada laboral se fijó en 8 horas y el 1° de mayo fue declarado Día Internacional del Trabajo.
Debido al crecimiento económico, el movimiento obrero, la elevación cultural, las condiciones materiales de los trabajadores, mejoraron en la segunda mitad del siglo XIX. En Inglaterra se redujo el horario de trabajo, se elevó la edad mínima de los niños para trabajar, de 12 a 14 años y subió el salario.
Poco a poco, los Estados empezaron a preocuparse por la seguridad social, el más adelantado en esto fu Alemania, en la época de Bismarck, quien atendió el aspecto social de los obreros y fue estrategia para obtener el voto de los obreros y fue imitada por otros países. Francia e Inglaterra fueron las más rezagadas por su liberalismo económico que impedía la injerencia del Estado en asuntos laborales.
Posteriormente, los sindicatos pudieron establecer legislaciones laborales que regulaban salarios, la duración de la jornada, la seguridad social y las condiciones de trabajo.
Los problemas que planteó el capitalismo fueron denunciados por un amplio movimiento obrero que se articuló en torno al socialismo en sus diferentes corrientes como, el laborismo inglés, el socialismo de Estado en Alemania y el marxismo. A pesar de las dificultades, algunas se organizaron en asociaciones internacionales logrando grandes conquistas de los derechos obreros.