Migraciones en el siglo XIX
Para su estudio, se deben tener en cuenta que los procesos migratorios no tienen límites en el calendario. Por ejemplo la migración forzada de africanos esclavizados comenzó en el siglo XVI pero es importante prácticamente hasta 1870; igualmente la gran ola de emigración de europeos hacia el resto del mundo conocida como “migraciones del siglo XIX” comenzó muy lentamente en el siglo XVIII, adquirió fuerza a partir de 1830 y terminó hacia 1930. Además, que la disponibilidad de datos sobre migración del siglo XIX es de regular confiabilidad. Sólo existen, en el caso europeo, datos más precisos desde 1821 para lugares de destino y desde 1846 para lugares de partida. Por eso, los historiadores de la población suelen considerar el período 1846 – 1930 en sus análisis migratorios.
El mundo del siglo XIX era muy complejo: en términos demográficos hubo explosiones poblacionales, es decir, grandes incrementos de población por crecimiento natural en Europa y Asia, especialmente China e India. Estos pueblos generaron un excedente de población que migró a otros lugares del mundo, principalmente Norteamérica, América Latina, Sudáfrica y Oceanía.
Porcentajes de crecimiento poblacional | ||||||
Período |
África |
América del Norte |
América Latina |
Asia |
Europa |
Oceanía |
1800-1850 |
3,73 |
271,42 |
58,33 |
36,66 |
36,53 |
0 |
1850-1900 |
19,81 |
215,38 |
94,73 |
7,43 |
51,4 |
200 |
Migraciones Exteriores de Europeos 1800 – 1930
Para el período que comprende el siglo XIX y las primeras décadas del XX, la población presentó un mayor número de migrantes intercontinentales. Se estima que migraron entre 55 y 65 millones de personas, se cree que unos 20 a 25 millones retornaron a Europa. También sucedieron importantes procesos migratorios internacionales dentro de Europa y migraciones internas.
Las migraciones intercontinentales de europeos entre los años 1800 y 1930 son tal vez los movimientos más importantes de población en el mundo durante este proceso.
Los europeos migraron a otros lugares porque la población comenzó a crecer de forma rápida desde el siglo XVIII, Europa duplicó su población de 1800 a 1930, debido a la reducción de la mortalidad, la mejora en la higiene de las ciudades con la construcción de hospitales y de alcantarillado, la modernización de la medicina y el desarrollo de la química farmacéutica. Como consecuencia aumentó de número de personas desempleadas y hubo, a veces, problemas para mantener constante la producción de medios de subsistencia; por ejemplo, en Irlanda, las malas cosechas generaron hambruna y un gran porcentaje de personas migraron.
Además, las nuevas condiciones sociales generadas por el desarrollo de la industria llevaron al empobrecimiento de grandes sectores de la población en el campo y en la ciudad, presentándose sobrepoblación, la mayoría en extrema pobreza.
La migración masiva de europeos no fue homogénea; el primer grupo, en gran número, fue a las Islas Británicas, especialmente irlandeses, seguidos por los italianos, luego los austriacos, los húngaros y los checos. Posteriormente, se conformó una “nueva migración” que incluyó la población de las regiones eslava, nórdica y balcánica. Los ibéricos y los alemanes migraron de forma regular entre 1846 y 1932.
Gran Bretaña, el Imperio Austro-húngaro, Alemania y España fueron los países que mayor número de personas aportaron a esta corriente europea.
Aunque existen diferentes datos, se considera que para el período comprendido entre 1821 y 1932, los principales destinos de los emigrantes europeos fueron Estados Unidos, Argentina, Canadá, Brasil y Australia. De esta manera, entre 1800 y 1930 se reconfigura el poblamiento de América y Oceanía, de forma parecida como la conocemos hoy.
La mayoría de los viajes eran difíciles, muy diferente a lo que sucede en un viaje actual; hoy en un viaje muy largo podríamos gastar un día pero en el siglo XIX, debían caminar o navegar durante semanas o meses, para llegar a su destino. Además, estos viajes eran costosos, por lo que las personas solicitaban créditos o firmaban documentos de compromiso de pago futuro por el viaje de sus familiares.
Dados los costos y riesgos a los que se sometía la población emigrante, a veces los propios gobiernos de los países de destino (como países americanos) patrocinaron el éxodo de europeos a través de incentivos como legislaciones beneficiosas para los recién llegados, a través de intermediarios. Pero este sistema no dio los resultados esperados.
A pesar de las dificultades y costos, el movimiento de la población fue constante, teniendo sus puntos más altos entre 1880 y 1895 y entre 1900 y 1915, donde el desarrollo de los medios de transporte marítimo contribuyó a un mayor movimiento intercontinental de personas. Primero los viajes eran en buques de vela y pasaron a ser en transatlánticos de vapor, triplicando la capacidad de desplazamiento de la población.
Migraciones Exteriores de Asiáticos y Africanos 1800 -1932
Estas migraciones tienen características especiales:
Entonces, las estimaciones de la población emigrante no europea en el siglo XIX son aproximaciones.
La migración forzada de africanos fue desde el siglo XIX hasta la década de 1870, es la más dramática de la humanidad, ¡300 años de tráfico de esclavos africanos, por parte de europeos!
La trata disminuyó progresivamente en el transcurso del siglo XIX, muchos de los países que los recibían adoptaron regímenes liberales, que propendían la igualdad y libertad de las personas, por lo que fueron aboliendo el sistema esclavista. Así que la demanda de población esclava fue disminuyendo hasta que fue prohibida internacionalmente; por eso, los últimos embarques de esclavos se comerciaban ilegalmente, de contrabando y los registros son precarios.
En el siglo XIX, los lugares de partida de los africanos esclavizados era la región occidental de África, y los lugares de llegada eran Brasil, el Caribe, especialmente Cuba y Jamaica, y Estados Unidos. Los viajes eran una pesadilla para los esclavos, en las peores condiciones por lo que había alta mortalidad durante los viajes.
Las migraciones exteriores de personas asiáticas tienen dos (2) expresiones distintas durante el siglo XIX, las migraciones laborales por enganche y la emigración libre. Ambas tuvieron en común que fueron promovidas o facilitadas por los europeos.
Durante el siglo XIX, los británicos fueron hábiles en “relocalizar” a la población asiática, principalmente de la India, a países del Caribe como Trinidad y Tobago y Guyana, pero también a Sudáfrica y Kenia en el África colonial.
Los holandeses llevaron a muchos javaneses (indonesios) a su anterior dependencia de Surinam a lo largo de la misma ruta inglesa. La relocalización se realizaba a través de contrataciones a término fijo con condiciones de remuneración precarias.
El aporte de emigrantes exteriores más grande durante el siglo XIX fue el de la región del Asia oriental, particularmente los chinos, quienes representan casi la totalidad de la población en movimiento. Las principales causas del movimiento migratorio es el crecimiento acelerado de la población entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, que en 1840 causó una crisis económica a la que se sumaba la inestabilidad política del Imperio Chino presionado por las potencias coloniales europeas para “abrir” sus mercados.
En el sur de China existió una situación similar a la europea: muchas personas empobrecidas y desempleadas se convirtieron en emigrantes potenciales; pero la China tomó dos (2) caminos diferentes:
Los oficios fueron principalmente reemplazo de la mano de obra esclava africana en plantaciones, como en Cuba que entre 1847 y 1874 ingresaron 150.000 culíes para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar; pero también se contrataban en la construcción de grandes proyectos de infraestructura como es el caso de los Estados Unidos, Perú y Panamá. Esta migración se convirtió en un negocio para los empresarios chinos y europeos que establecieron el tráfico de culíes aprovechando las necesidades de la mano de obra internacional barata que tenían los empresarios, especialmente en América y Oceanía.
Por otra parte, la ocupación colonial del sudeste asiático presentó oportunidades para que los chinos funcionaran como mediadores y una importante cantidad de chinos emigró hacia esa región. Esta migración voluntaria (en su mayoría) al sudeste asiático e insular representó el mayor número de emigrantes chinos fuera de su país.
Durante el siglo XIX también se presentaron migraciones intracontinentales y al interior de los países, que representaban grandes movimientos de población. Entre los principales movimientos intracontinentales fue el de trabajadores entre países europeos.
Para la mitad del siglo XIX se registraron muchos movimientos de obreros calificados de los países más industrializados, como Alemania a países poco industrializados como Polonia; esto ayudó a expandir el proceso de industrialización hacia Europa oriental. Luego, mano de obra poca calificada migró hacia los países más industrializados como Francia o Alemania; parte de estas migraciones fueron permanentes.
En Asia se presentó una migración de chinos y japoneses hacia Manchuria, que representó un movimiento intracontinental importante; en India muchas personas se reubicaron en Ceilán y Malaya; en África, el desplazamiento de las poblaciones autóctonas en el África meridional fuera de sus territorios, especialmente hacia el norte, con el avance de las colonizaciones de los Boers y de los ingleses.
Otro de los procesos migratorios ocurridos en el siglo XIX fue la migración campo-ciudad que se presentó especialmente en Europa, como consecuencia del proceso de industrialización de esta época, lo cual significó la ampliación de las áreas de cultivo, la implementación de nuevas técnicas agrícolas y la reducción de la mortalidad rural. Ante esto, muchos campesinos quedaron sin trabajo en el campo y debieron buscar una forma de subsistencia en las ciudades, donde se requería mano de obra. Este proceso se repitió constantemente en el siglo XIX en las sociedades que se industrializaron o que cambiaron su producción hacia los servicios.
Las colonizaciones interiores también fueron recurrentes en el siglo XIX, determinando la ocupación contemporánea de importantes territorios de América, especialmente Norteamérica y Suramérica, Asia (Imperio Ruso) y Oceanía (Australia y Nueva Zelanda. Estas colonizaciones se pueden comparar, así: