Entre los siglos VII y XI, los imperios fueron formas territoriales más extensas; su importancia estuvo relacionada con la expansión de las redes comerciales, la cual trajo consigo la difusión de conocimientos, técnicas en prácticas productivas y religiosas. Además, contribuyeron a una redistribución de ciertas plantas domesticadas, como con la caña de azúcar con el islam, la cual viajó desde India hasta las islas Canarias y al sur de España.
Los imperios sudaneses se estructuraron territorialmente y tuvieron su auge a partir del comercio transahariano: elementos de la cuenca del Mediterráneo se intercambiaban por productos del interior del África, especialmente el oro.
Los imperios surgieron en África, Asia y Europa y algunos articularon las tres (3) regiones como en el caso del Imperio Islámico, siglo X, y el gran Imperio Mongol de Kublai Khan, siglo XII. Otros cubrieron segmentos continentales importantes como el Imperio Carolingio (siglo IX) en el centro-occidente de Europa, mientras que el chino articuló el Asia oriental continental.
Cada Imperio, grande o pequeño, tuvo sus propias fases de expansión y reducción territorial a través del tiempo, desarrolló sus propias formas de división político-administrativa y sus grados de centralización del poder económico-militar.
La ocupación rural del territorio predominó en África, Asia y Europa entre los siglos VII y XV.
Europa después de ser articulada por el Imperio Romano a través de una red de ciudades, fue nuevamente un territorio con un fuerte predominio de lo rural.
En las zonas rurales se presentaron distintas formas de interrelación entre sociedad y entorno, por ejemplo: la caza, la recolección de alimentos y el pastoreo. Estas formas son diferentes de acuerdo con los ecosistemas que los pueblos habitan: sabanas, bosques, selvas o desiertos; pero también son diferentes de acuerdo con las formas de habitar: nómada, estacionaria, sedentaria, permanente o semipermanente y en África, Asia y Europa, se presentaron todas estas combinaciones.
Pocos pueblos en este período tuvieron una dieta basada en productos agrícolas; existieron pueblos exclusivamente pastores o cazadores-recolectores y pueblos que combinaron la producción agrícola con productos provenientes del pastoreo, la pesca, la caza y la recolección de frutos silvestres.
En Europa Occidental y África, cerca al meandro del Níger, se presentaron estas formas de obtención de alimentos combinadas. En Europa feudal se combinó el cultivo de cereales, como trigo, cebada, centeno con el pastoreo de ganado bovino y ovino; además los campesinos pobre complementaban su dieta con productos de la caza y la recolección de frutos silvestres en los bosques y pantanos.
En África sudanesa, los pueblos cultivadores intercambiaban con otros pueblos sus excedentes de ñame, tubérculos y cereales por productos derivados del pastoreo nómada, la caza y la recolección. Mientras que los pueblos que habitaban las zonas de transición entre sabana y selva, especialmente en la zona subecuatorial norte, se dedicaron al desarrollo de una agricultura que acompañaron con prácticas de caza y recolección para complementar su dieta, de forma similar a lo que hacía el campesino europeo.
Los factores centrales en la conformación de los espacios rurales en África, Asia y Europa fueron la movilidad de la población por la migración de pueblos o comunidades enteras y la apertura de la frontera agraria.
La colonización en la construcción de los espacios rurales fue el proceso más importante de todo el período en términos de las relaciones sociedad-naturaleza.
En toda África, Asia y Europa, la ocupación rural entre los siglos VII y XV trajo como consecuencia la expansión de los terrenos roturados con destino a la actividad agrícola y pastoril.
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Nombre Imperio, especificando a qué región pertenece.
En Europa Occidental la expansión colonizadora empezó en el siglo XI, identificándose tres (3) fases:
En la cuenca del Mediterráneo, es decir, la Europa islámica, especialmente en la península ibérica, se desarrolló considerablemente la agricultura gracias a la implantación de la frontera agrícola. Se acondicionaron terrenos poco propicios para la agricultura primitiva como la que se practicaba en el resto de Europa, pero con la experiencia de los musulmanes en este tipo de condiciones y con los productos de terrenos secos, especialmente los persas y los norteafricanos.
En Europa, este proceso significó conquistar tierras a los bosques, praderas, landas, pantanos y hasta al mar, en la Europa Occidental medieval. Esto significa que las interacciones sociedad-naturaleza se modificaron profundamente, lo cual comportó una amplia transformación del territorio, especialmente de los ecosistemas originales de la Edad Media, al final del siglo XIV.
Europa, en esta época fue la región que sufrió mayor roturación y transformación, es decir, mayor intervención si se piensa en términos de la relación extensión total-área roturada.
En África y Asia, entre los siglos VII y XV, aumentaron las tierras roturadas tanto para la agricultura como para el pastoreo, las causas fueron múltiples.
Entre los siglos XI y XIII, en África noroccidental, la concesión por parte de los almohades de grandes territorios a tribus beduinas (árabes), nómadas y pastoras, fue un acto político de estrategia militar, resultando que éstas devastaron los cultivos en procura de pastos para sus rebaños y obligaron a poblaciones agrícolas a refugiarse, lo cual amplió la zona roturada.
En el Sudán, en cercanías del lago Chad, los pueblos que se organizaban en los bordes del Sahara como centro de las rutas de comercio transahariano migraron hacia el sur por un cambio climático regional en el que disminuyeron las precipitaciones.
La expansión de los pueblos generó la transformación del espacio en África, siendo el caso más importante la expansión de los pueblos bantúes. Los bantúes fueron pueblos agricultores que cultivaban ñame, tubérculos, cereales y palma de aceite; también eran pastores, cazadores y especialmente, cazadores. El dominio del medio rural del Zaire, ocurrió en dos (2) fases:
Así, se estableció un amplio frente colonizador. En Tanzania (oriente del continente africano) varios pueblos bantúes roturaron nuevas tierras que anteriormente fueron ocupadas por grupos de cazadores recolectores, lo cual trajo como consecuencia la transformación de los espacios.
El proceso vivido por Asia es tan complejo como el experimentado por África, identificándose dos (2) grandes procesos de transformación del espacio, especialmente en la producción de alimentos: