El elemento más importante para el control de la producción de alimentos fue el agua; su domesticación, el hacerla correr o detenerse en las cantidades y por los terrenos deseados, continuó siendo la empresa más importante de la transformación del espacio durante un este período en Asia, África y Europa.
En Asia se desarrollaron las más grandes empresas en el manejo en el manejo de aguas, en esta época. Por ejemplo, China amplió su sistema de canales hasta lograr una gran red de miles de kilómetros; este sistema de canales conectaba las cuencas de los ríos Yang Tse Kiang y Amarillo, y a la ciudad de Beijing con Hangzhou, cumpliendo dos (2) funciones:
Otro sistema de riego importante, en esta época, fue el sofisticado sistema hidráulico de Angkor, el cual controlaba el exceso de agua de los monzones y la posterior escasez, con un sistema de almacenamiento que consistía en extensos lagos artificiales, barays, donde se acumulaba el agua necesaria para regar arrozales a través de inmensas obras hidráulicas. Esta ordenación tecnológica de la llanura modificó profundamente el espacio, y es cuando los campos aparecieron surcados por canales rectilíneos y los arrozales se subdividieron en forma de tablero.
Desde el siglo XII, en Europa se construyeron nuevos sistemas de riego a medida que avanzaron los frentes de colonización. Por el contrario, en la región Europea islámica se utilizó el riego para ampliar y adecuar terrenos a través de sistemas de acequias (canales mayores y menores), alimentándose por norias y por albercas, donde se almacenaba el agua.
Así pues, estos pueblos que habitaron estos espacios, utilizaron su ingenio para obtener agua y transformar los entornos áridos en tierras cultivables.
En Persia, el sistema de quanat fue uno de los más utilizados, mientras que en África las ciudades que surgieron del comercio transahariano se encontraban en los oasis, con cuya agua irrigaban los campos circundantes cultivados, principalmente, con palmera datilera.
También hay zonas donde se lucha contra la abundancia; una parte importante de los terrenos de cultivo en Europa Occidental fueron terrenos ganados a los humedales, pantanos, marismas, turbera. La desecación más importante fue la creada por los flamencos, quienes a través de sistemas de diques y drenajes construyeron polders, que son terrenos ganados al mar y adecuados para la ganadería y luego para la agricultura.
El período que transcurre entre los siglos VII y XV fue testigo del surgimiento y decaimiento de sociedades urbanas. En este período existieron tendencias contradictorias observadas comparativamente entre Asia, África y Europa; Europa pasó de una articulación del territorio a través de una red de ciudades, las villas romanas, a un tipo de poblamiento rural donde lo urbano se redujo a la ciudadela feudal. Asia y África tuvieron un período de expansión urbano impulsado por los imperios chino e islámico. En el siglo XII, cuando las ciudades europeas más grandes tenían alrededor de 25.000 habitantes (como Florencia), Hangzhou contaba con más de un millón de habitantes y Angkor con 800.000.
La estructura y la forma de las ciudades durante los siglos VII y XV estuvieron muy relacionadas con el poder político y social. Las ciudades planeadas como sedes de gobierno o centros de dominio tuvieron, en general, una estructura simétrica; sus interiores fueron delimitados por murallas (para la protección de las ciudades), lo que marcó un principio urbano más extendido, tanto para los castillos feudales, las ciudades chinas como Xi’an (siglo VIII), como para las ciudades Estado como Florencia (siglo XIII).
El comercio jugó un papel fundamental no sólo por las ciudades que nacieron o se fortalecieron a partir de las rutas comerciales, como fue el caso de Air o Awd_ghust en el África sudanesa; también por los centros urbanos que se expandieron fuera de las murallas gracias al crecimiento del comercio y la actividad manufacturera.
En cuanto a las formas de representación de la naturaleza jugaron un papel importante en la transformación del espacio. Las grandes religiones monoteístas lucharon durante la Edad Media por monopolizar las representaciones; la Iglesia cristiana creó los bestiarios para explicar y satanizar toda actividad ecológica y social de los bosques, y persiguió a las mujeres que poseyeron el conocimiento de la medicina tradicional y las convirtió en brujas; igual sucedió con el islam. Los pueblos africanos fueron, en algunos casos, convertidos al islam de forma violenta arrasando bosques de árboles sagrados para la construcción de mezquitas. En otros casos, los reyes se convertían al islam cuando las rogativas a Alá eran efectivas para traer las lluvias.