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El Teatro

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Origen Religioso del Teatro

La historia de los orígenes del teatro está íntimamente relacionada con la historia de las religiones, es decir, con las prácticas religiosas que provocaron el surgimiento del arte del teatro.
A través de danzas y cánticos se rendía culto a los dioses. En Grecia, por ejemplo, la festividad de Dionisio o Baco (dios del vino) se celebraba al terminar la vendimia, mediante una ceremonia que culminaba en el sacrificio de un macho cabrío, a partir de la cual se empezó a hablar de "tragedia", termino que significaba justamente festividad del macho cabrío.

Así las sociedades acuden a las ceremonias para desdoblarse y representarse a sí mismas. Esto constituye una forma de adquirir vigencia, de perpetuarse a través del espacio y del tiempo.

Lo dramático 

 La obra dramática al igual que toda obra literaria es una creación de lenguaje y a la vez es un medio de comunicación, pero la obra dramática es un tipo especial de obra literaria en virtud de lo que podemos llamar virtualidad teatral, hecho que la constituye en una obra teatral, es decir, en una obra representable, características que no podemos encontrar en los llamados géneros épico y lírico. Esto da lugar a la existencia de ciertos elementos consustanciales a lo dramático.

  • Lenguaje apelativo 

Si lo constitutivo de lo épico es el lenguaje comunicativo y de lo lírico, el lenguaje expresivo de lo dramático es el lenguaje apelativo, lo que se manifiesta en el diálogo de los personajes en la búsqueda de respuestas del otro en la relación agónica de seres que entran en conflicto y que tratan de anularse dramáticamente. Incluso desde esta perspectiva el monólogo es considerado como un desdoblamiento del yo, como una búsqueda de respuestas al interior de uno mismo.

  • Lenguaje de las acotaciones 

Determina la virtualidad teatral de la obra dramática, la posibilidad de ser obra teatral. Son todas aquellas indicaciones del dramaturgo que permiten la lectura de la obra dramática como si se representara ante nosotros. Este conjunto de elementos está organizando la estructura del mundo dramático, es decir, señala una posible representación de lo estrictamente literario. Las acotaciones nos configuran al hablante dramático básico.

Estructura interna de la obra dramática 
El elemento central en la ordenación del mundo dramático viene constituido por la acción dramática elemento dinámico que configura las tres instancias representativas de la estructura interna.

  • Presentación del conflicto 

El conflicto es el germen estructurante de una obra dramática (sin conflicto no hay drama). Su desarrollo significa por una parte la producción de una acción dramática y por otra produce la evolución de los caracteres. De esta manera, acción y carácter son el centro de gravitacional dinámico de la obra.
La presentación del conflicto varía de acuerdo a la obra. Podemos distinguir en términos generales, cuatro fases: entrega del protagonista, su propósito, mostración del obstáculo, encuentro de las dos fuerzas en pugna. Por lo tanto esta primera instancia nos revela el planteamiento del conflicto y de los personajes.

  • Desarrollo de la acción dramática 

La situación conflicto va progresando dinámicamente hasta llegar a un enfrentamiento decisivo de los personajes y sus contradicciones. Esto otorga la dimensión artística a la obra de teatro. Los diversos esfuerzos por superar a la fuerza antagónica dan lugar a un movimiento dramático.

  • Desenlace de la acción dramática

Es la eliminación del obstáculo o la desaparición o anulación del protagonista. Al hablar de conflicto este puede materializar desde diversos puntos de vista; del hombre con el destino (Edipo Rey, de Sófocles); del hombre con la gracia (El Gran teatro del mundo, de P. Calderón de la Barca); del instinto con el ambiente (Hamlet, de William Shakespeare; del entendimiento con el ambiente (Madre Coraje, de Bertolt Brech); del libre albedrío con el ambiente (Casa de Muñecas de Enrique Ibsen).

Por eso, la fuerza antagónica puede ser un elemento externo o interno del propio sujeto, fuerza que obstaculiza el propósito de la fuerza protagónica.