Para llegar a entender este movimiento es necesario consultar sobre el renacimiento Italiano, cuya cuna es Florencia, pero no sólo en cuanto arte sino en el aspecto literario, ya que hay un cambio radical respecto a la literatura de la Edad Media. El concepto de héroe se cambia por uno antropológico donde el hombre es el centro vital de toda cultura.
El espíritu religioso de España se muestra profundamente en la literatura Mística y Religiosa con representantes tan valiosos como Santa Teresa de Ávila, Garcilaso de la Vega.
Durante la Edad Media España se caracterizó por ser una “cultura de fronteras”, ya que tuvo contacto con muchas culturas debido a su ubicación al oeste europeo en la península Ibérica, rodeada por el mar Mediterráneo. Además tenía un sistema de gobierno feudal con clases sociales donde posteriormente se da la burguesía. La literatura se caracterizó por desarrollar temas profanos y religiosos en diversos géneros literarios con influencia de las ricas culturas judía e islámica, las cuales florecieron en la península en aquel periodo.
En los siglos XI-XII-XIII se dieron las obras más antiguas en lengua española, éstas, son breves composiciones líricas con temas amorosos llamadas “jarchas” (mujeres enamoradas), las cuales figuraban al final de las “maaxojas”, largos poemas árabes y hebreos.
Se dan principalmente las novelas caballerescas promovidas por el clero y el rey; se desarrollaban temas como hazañas de héroes, luchas entre reinos cristianos de la península, basados en hechos reales con toques de fantasía. En el género épico nace la poesía la cual utilizó un lenguaje vulgar romántico. También se dieron los “cantares de gesta”, cantos épicos populares con temas heroicos, escritos para un público inculto con una libre interpretación, verso libre e irregular y trasmitidos por los juglares.
La lírica nace en las cortes con la nueva nobleza de caballeros por medio de poetas cultos y trovadores con el fin de entretener e informar, ésta fue escrita por juglares, clérigos y trovadores.
Los juglares son poetas colectivos, públicos en su mayoría, que se ganaban la vida por medio del canto y la música presentada a todas las clases sociales, como en las cortes donde eran considerados como dulcificadores del ánimo real ; utilizaban un instrumento musical llamado “vihula” y un libro pequeño con un códice del poema el “Mio Cid” (1140), el cual es una obra representativa escrita con una originalidad y espíritu de concepción del arte, versificación irregular, descripción de hechos, lugares y costumbres medievales, dividida en tres cantares : cantar del destierro, las bodas y afrenta de corpes.
El méster de juglaría era una asociación de juglares encargados de difundir la poesía española. Se caracterizaba por: transmisión oral, por medio de la memoria hereditaria; realismo, carecían de elementos fantásticos; popularidad (cantares de gesta); sinceridad en la expresión de sentimientos; métrica irregular, versos de catorce y dieciséis sílabas; género épico y representadas en plazas públicas y cortes.
El clérigo eran poetas de los monasterios de la Iglesia, quienes mostraban la cultura tradicional teniendo en cuenta el orden. Eran estudiosos y sus fuentes eran los libros, teniendo así en cuenta temas eruditos de la antigüedad.
El méster de clerecía era integrado por clérigos que hacían obras narrativas en un lenguaje romántico. Tenían un propósito y tema moralizador por medio de vidas de santos y relatos antiguos en latín, temas religiosos, coránicos, novelas y hazañas heroicas; escritos en observancia métrica llamada cuadernavía y en género lírico. Su poeta representativo fue Gonzalo Berceo, quien fundió las narraciones piadosas dándoles forma de poemas con fervor renovado.
Los trovadores eran poetas cultos para las altas clases sociales como cortes de reyes. Cantaban y escribían sentimientos amorosos, aspiraciones, leyendas moralizadas, pulida artificialidad de los sentimientos y llega a convertirse en poesía culta.
En el teatro se representan inicialmente los milagros, especialmente el de los reyes magos. Fue hecho por el clérigo directamente para el pueblo; este teatro religioso se divide en: litúrgico, juegos y representaciones escolares.
Más tarde se introdujeron escenas humorísticas, temas profanos, sátiras, etc. y así comenzaron a recorrer tierras presentando actos donde se introducen danzas y su principal personaje es la muerte. La obra maestra del teatro fue “La Celestina”, donde se dan dos clases: social alta dominante y social baja dominada; esta tragicomedia fue escrita por Fernando Rojas.
La prosa se presentó lentamente en España ya que no había muchas personas cultas que leyeran los escritos, por esto se desarrollan más ampliamente otros géneros interpretativos.
Los autores medievales más representativos fueron : en la lírica, Juan Ruiz, clérigo de profesión, y su obra representativa es “El libro del buen amor”, poesía con canciones juglarescas donde se muestran influencias árabes, italianas y francesas, y predomina la cuadernavía métrica exacta. En la épica, Alfonso Martínez, cuya obra representativa es el “Corbacho”. En el teatro se destaca Gonzalo Berceo, estudioso benedictino quien tenía obras de honor a la Virgen como “Milagros de Nuestra Señora”, vidas de santos y asuntos religiosos. Originó el méster de clerecía al tomar como argumento sus largos poemas con cuadernavía.
Durante el Renacimiento la literatura española se caracterizó por: la admiración e interés por la literatura grecorromana; temática clasicista (clases sociales) de carácter popular, local y con un sentimiento religioso; tendencias filosóficas y humanistas. Se dieron obras de calidad estética, en las que se reflejaban los valores de la sociedad española; originalidad colectiva e influencias de otros pueblos, especialmente Francia e Italia. Mientras tanto, los escritores se caracterizaban por tener pensamiento propio, un ideal común, modo de sentir nacional, manera especial de expresarse, y también porque no buscaban escribir con un fin definido. Además hubo una fusión entre las nuevas corrientes europeas (Humanismo, nacionalismo,...) y la tradición nacional; en este caso el Humanismo influye mucho en los escritores españoles, pues los lleva a una valoración y exaltación del hombre, del mundo y la naturaleza y por consiguiente al antropocentrismo.
En el campo de las ideas, se destaca Erasmo de Rotterdam quien ejerció gran influencia sobre escritores españoles de la época; de los anteriores se destacan las obras de Luis Vives, Juan Valdés y fray Antonio de Guevara. Durante este periodo se escribieron diálogos humanísticos, especialmente los seguidores de Erasmo, y se cultivó la historiografía. Los historiadores más importantes del Renacimiento y el siglo de oro fueron Diego Hurtado de Mendoza y el jesuita Juan de Mariana.
Por otro lado, la literatura del siglo de oro tiene ciertos características comunes como : espíritu religioso, pues el siglo de oro coincidió con las controversias religiosas de la reforma y del protestantismo, además en España apoyaban fuertemente al bloque católico quien propuso hacer el Concilio de Trento, rivalidad que se reflejó en las letras, su obra culminante fue el “Lazarillo de Tormes” donde se dan sarcasmos contra los expendedores de bulas y en la literatura española se refleja el odio ancestral a las herejías y a no caer en ellas. Desenfado moral, al sujetarse rigurosamente al dogma católico, por lo cual hay un desorden moral ya que muchos obras tenían tan sólo como fin el deleite o placer y descubrían fielmente aspectos de la sociedad española, como por ejemplo la “Celestina”. Carácter nacional o españolismo, pues tenía un marcado carácter nacionalista propio de la época; los españoles crearon un género literario del siglo de oro casi inconfundible: el españolismo, el cual está impregnado de un profundo realismo y orgullo por la patria. Sentir caballeresco, el cual comprendió todos los sentimientos buenos o malos, tales como el deseo de proteger a los débiles, viudas, huérfanos, etc.; también se caracterizó por la exaltación de la mujer, la honestidad y lealtad íntima y por concepto ético-social de la vida. En los textos religiosos se encuentran comentarios burlones y pícaros que no se encontrarían en las literaturas religiosas de otras épocas. Por último, marcadas influencias, las cuales recibió de los movimientos renacentistas de Italia y de la literatura clásica debido al constante estudio de los modelos grecolatinos.
En el género de la lírica se da la poesía bucólica o pastoril, que pinta la vida y costumbres de pastores imaginarios o en la que los personajes se hacen pasar por pastores. Los temas de la poesía pastoril, más las formas métricas italianas (soneto, octava, terceto,...), fueron utilizados por Juan Boscán y Garcilaso de la Vega; los 2 en su estilo fueron innovadores.
Juan Boscán empleó el verso endecasílabo y algunas combinaciones de la métrica italiana; su innovación fue seguida por Garcilaso de la Vega, quien frecuentó la lectura de los poetas latinos como Virgilio, e italianos como Petrarca, a los cuales imita. Su producción es breve: tres églogas, algunas canciones y unos 40 sonetos. Su poesía es serena, de línea pura, llena de suavidad y armonía.
En la literatura española los antiguos y nuevos usos poéticos se fundieron en siglos anteriores, así que en este caso y después de la reforma, el nuevo estilo poético se acomodó a las actitudes espirituales de la gente. Es entonces cuando surgen dos escuelas poéticas: salmantina y sevillana. La poesía salmantina es sobria y equilibrada, retoma las formas métricas del Renacimiento y la temática amorosa de Petrarca y Garcilaso, pero orientada hacia un profundo valor moral cristiano y cristianiza los ideales paganos grecorromanos. El gran poeta de esta escuela es fray Luis de León (1527-1591), quien posee un vasto saber humanístico y religioso; en sus versos la devoción cristiana se conjuga en el culto a la belleza, al amor, a la naturaleza; y se caracteriza por buscar la serenidad clásica del Renacimiento, sus obras más importantes fueron: “Oda a la vida solitaria” y “Oda a Salinas”. En la poesía sevillana o manierista se intensifican las sensaciones, emociones e imágenes a través de una abundante exhibición de recursos estilísticos (manierismo) y rompe formalmente con la sencillez refinada del Renacimiento. Desarrolla temas heroicos y eróticos o amorosos dando mucha importancia a la forma de los versos (versos sensoriales). Su principal representante fue Fernando de Herrera (1534-1597), cuyas obras principales fueron “Sonetos”, “Elegías” y “Canciones”.
En la prosa religiosa se destacaron dos géneros: mística (describe experiencias o fenómenos experimentados por los justos, salvos y elegidos) y ascética (aconseja las actividades que el espíritu debe realizar). De estos dos géneros se destacan: fray Luis de Granada y Santa Teresa de Jesús.
Los escritos de fray Luis de Granada reflejaban tanto su ascetismo, como su amor a la naturaleza. Sus características fueron: gran imaginación, observación de la naturaleza y un estilo armonioso. Sus obras más destacadas fueron “Guía de pecadores” e “Inducción del símbolo de la fe”.
Entre tanto Santa Teresa de Jesús creó una nueva simbología para expresar sus experiencias místicas. En sus tratados alcanza gran espontaneidad y la frescura de la lengua coloquial. Sus obras más destacadas fueron “Las moradas” y “Camino de perfección”.
También se da la prosa no narrativa, la cual fue uno de los principales logros de la literatura española que tuvo sus inicios en el siglo XVI con Francisco de Quevedo, pero su máximo esplendor fue durante el siglo XVII.
Hacia 1550 nacen nuevos géneros literarios desconocidos hasta ahora como: novela pastoril, novela morisca y novela picaresca.
La novela pastoril narra las aventuras y desventuras amorosas de pastores idealizados. Este género nació en Italia y Portugal. El ejemplo más notable de la novela pastoril en lengua española es “La Diana” del portugués Jorge de Montemayor.
La novela morisca fue una intervención española que combinó las tendencias literarias de la Edad Media con las del siglo XVI. Presentaba relatos caballerescos contra los moros en forma de novela. Por ejemplo el relato anónimo “El abencerraje”.
Tanto las novelas pastoriles como las moriscas, presentan imágenes idealizadas de la figura humana.
El género de la novela picaresca se inicia con la publicación del libro “Vida de Lazarillo de Tormes”, pues éste, al contrario de los géneros anteriores, muestra una versión pesimista de la sociedad a través de los ojos de un pícaro que sirve a diversos amos; por ejemplo “El Guzmán de Alfarache” de Mateo Alemán y la “Historia de la vida de un buscón” de Quevedo. La mayoría de escritores de la novela picaresca presentan una versión sombría de la humanidad; en contraposición a esto, la obra de Miguel de Cervantes y en especial “Don Quijote de la Mancha”, presenta una imagen completa de la naturaleza humana, reflejando su grandeza y sus debilidades. Es probable que Cervantes comenzara a escribir el Quijote con la única intención de contar una historia divertida y burlarse de los libros de caballería que constituían la literatura de esa época. Desde las primeras páginas, el libro presenta una historia de naturaleza multidimensional que alcanza un grado que ninguna obra narrativa europea había alcanzado antes. Loco y sabio, grotesco y admirable, Don Quijote se muestra como un personaje verosímil y creíble a pesar de su naturaleza y de los vaivenes a que los somete el enfrentamiento entre su mundo irreal y la realidad. Igual de creíble y complejo es el personaje de Sancho Panza. El primitivo punto de vista del escudero contrasta con las ilusiones de su señor, y lo cómico que es Sancho, al mismo tiempo, las comparte. El libro ofrece un cuadro completo de sociedad española y universal en una gran diversidad de temas, personajes, ideas y técnicas narrativas.
La influencia de Don Quijote de la Mancha se extiende a lo largo de los siglos. Cada periodo sucesivo de cultura europea ofrece su propia interpretación de la novela y la considera un modelo para nuevos tipos de narrativa. El Quijote capta el espíritu de su época, refleja la condición humana, inaugura la novela moderna y ofrece una visión del individuo como trasformador del mundo. El reflejo de la condición humana lo hace a través de la dualidad expresada en la espiritualidad de Don Quijote y la terrenalidad de Sancho, expresa incertidumbre acerca de la presencia del hombre en el universo, creando un problema de la identidad en el mundo, con objetividad y subjetividad ; genera un enfrentamiento entre la realidad y la imaginación. Frente al lector, la obra se convierte en dialogo lector-escritor, pero generando en el lector desconfianza sobre lo narrado.
Los 12 relatos que componen las “Novelas Ejemplares” (1613), obra también de Cervantes, tiene una gran fuerza narrativa, y su imaginativa novela “Los Trabajos de Persiles y Sejismunda” (1619).
Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) nació en Alcalá. Vivió un tiempo en Italia donde fue soldado y participó en la batalla de Lepanto, donde fue herido en su mano izquierda, de allí su sobrenombre “El manco de Lepanto”. Escribe algunas comedias durante sus días de cautiverio por los piratas berberiscos como “Los Tratos de Argel”. Ya en España tiene éxito en el teatro con los “Entremeses” y sigue un estilo muy parecido al de Lope de Rueda en este género. Su primer ensayo “Galatea” fue una de las mejores novelas pastoriles del siglo, y en varias de sus obras se puede notar los segmentos de novela pastoril mezclados entre sí.
En el teatro se dieron tres etapas: la primera se inicia con la obra “Tragicomedia de Calisto y Melibea” (La Celestina), que está escrita en forma dialogada. Tiene elementos medievales como el esquema y el desenlace; y renacentistas como el desarrollo que tiene la fortaleza humana y la gracia risueña. Gozó de inmensa popularidad entre todas las clases sociales pues se veía como una expresión del espíritu nacional. Sirviendo de enlace entre el teatro medieval y moderno, aparece Juan de Encina, cuyas églogas del “Nacimiento” son la continuación perfeccionada de los antiguos autos litúrgicos. Escribió algunas églogas de carácter profano.
Se destacan autores dramáticos: Gil Vicente, Torres Naharro y Lope de Rueda (comedias).
En la segunda etapa, Lope de Vega es el mejor expositor del genio español. Toda su obra, incluida la poesía, la narrativa y su vasta producción dramática, resume el encanto y la naturalidad del arte popular, aunque fuera Lope un hombre muy admirado por su dominio de la técnica literaria. La mayoría de sus obras abordan asuntos históricos, derivados de los viejos romances, temas reales y conflictos relativos a la dignidad personal. Sus obras más conocidas son:"Fuenteovejuna", “Peribañes y el condenador de Ocaña” y “El caballero del olmedo”.
En la tercera etapa se da la comedia nueva española. Los discípulos de Lope de Vega perfeccionan este género. Tirso de Molina escribió la primera obra literaria en la que aparece como personaje legendario el “Don Juan”, además escribió el “Burlador de Sevilla”. Otro dramaturgo destacado fue Juan Ruiz de Alarcón, quien se distinguió por el esmero de la forma, la tendencia y el contenido moral de su teatro.