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El Renacimiento


El Renacimiento se desarrolló en Italia entre los años 1450 a 1550 d.C. Algunos de sus autores representativos fueron Giovanni Boccaccio, con su obra el ‘Decamerón’, y William Shakespeare con ‘Romeo y Julieta’.

Significó un profundo cambio en el modo de pensar sobre el mundo y el hombre, igualmente renovó las artes, las letras y las ciencias. Todo inspirado en la cultura grecorromana, en donde sus protagonistas intentaron renacer; de ahí el nombre. El Renacimiento comenzó en Italia a mediados del siglo XIV, se desarrolló en el XV y alcanzó su plenitud y difusión por Europa en el siglo XVI. Las enseñanzas de la Iglesia y la filosofía escolástica buscaban explicar racionalmente el mundo, la existencia de Dios, los dogmas y conducir la vida humana hacia la salvación del alma. Por tanto, la cultura medieval era teocéntrica.

Desde el siglo XV los intelectuales empezaron a dudar de los conocimientos tradicionales; se volvieron críticos y quisieron conocer, valorar y comprobar por sí mismos cómo era el mundo. La crítica los llevó a colocar en el primer plano de la cultura al ser humano (cultura antropocéntrica), y sin dejar de creer en Dios, dieron a esta vida más valor que el de un mero tránsito hacia el cielo y se interesaron por estudiar la naturaleza. La ruptura con el orden y las normas medievales despertó un intenso deseo de vivir y, sobre todo, en Italia, se dio una mayor liberalidad y corrupción de las costumbres tradicionales. Como en la Edad Media el interés prioritario sobre el ser humano era su destino sobrenatural y no el desarrollo de las ciencias experimentales y la observación, los hombres del Renacimiento volvieron sus ojos hacia el pasado clásico, restauraron el latín culto y aprendieron el idioma griego para estudiar las obras originales de los sabios de la antigüedad. Estos estudios incrementaron el interés por la geografía, la astronomía, las ciencias naturales y marginaron la filosofía y la teología.

Durante el Renacimiento los poetas no le dieron mucha importancia a las narraciones épicas; a mediados del siglo XVI y bajo el espíritu de la contrarreforma se retoma el tema religioso histórico en obras como “La Jerusalén libertada”, “La Araucana”, “El paraíso perdido” y “Orlando furioso”.

La lírica renacentista refleja el nuevo espíritu burgués y la valoración del hombre y la naturaleza en la vida y en el arte.

Durante el Renacimiento surge la novela bucólica o pastoril, la cual recrea e idealiza el amor tierno y juvenil de dos pastores que viven en una naturaleza exótica.

En los siglos XVI y XVII, cuando las literaturas modernas llegaban a su madurez se presentó la disyuntiva entre el clasicismo grecolatino y la tendencia del Renacimiento. Se destacaban entonces el teatro inglés y español, los cuales optaron por la libertad artística juntando lo trágico con lo cómico. El teatro francés se decidió por el clasicismo, con el teatro religioso y cortesano. En Italia se realizaron numerosas adaptaciones e imitaciones, en latín, de los clásicos grecolatinos, destacándose Ariosto y Maquiavelo. En Inglaterra el teatro logra su máximo desarrollo con William Shakespeare. El teatro Español también llegó en esta época a su máxima expresión con la rica expresión de Félix Lope De Vega.

La cuentística italiana constituye una fuente inagotable para la literatura posterior entre las que merecen destacarse las fábulas francesas de Juan de la Fontaine, las tragedias de Shakespeare y la comedia de Lope de Vega. Con el Renacimiento se inaugura la cuentística moderna.