Fue descubierta en el siglo XV donde predominaba la literatura folklórica. Con la llegada de los españoles se empieza a dar la Crónica, en el siglo XVI.
En la literatura folklórica, la comunidad primitiva vivió y utilizó el mito, pues en este encontró respuesta a todos sus interrogantes. El mito es una realidad cultural, narrada en forma de historias de carácter sagrado, es por esto que se considera verdadero, pues trata siempre verdades, por ejemplo el mito cosmológico narra la creación y el origen del mundo, esto es verdadero, pues la existencia del mundo es una realidad, lo que no es una realidad es la explicación que los aborígenes daban a través del mito. Los personajes de los mitos son seres sobrenaturales, es por esto que el mito trata temas de origen sagrado como la creación, el origen del mundo y el origen de la muerte.
La conciencia mítica no es una literatura en sentido estricto sino son fuentes preliterarias en las que se hallan las raíces de nuestra autentica literatura hispanoamericana. El material de la literatura folklórica, popular u oral está integrado por dos clases de textos: los sagrados, que hablaban de mitos de la creación, teogonías consistentes en el origen de los dioses y cosmología.; y los profanos, que son expresados en forma de coplas refranes, danzas, costumbres, canciones para funerales, matrimonios, reuniones sociales, juegos, oraciones para los forasteros, etc.
De las culturas más avanzadas surgieron tres grandes focos de civilización, estos fueron mayas, incas y aztecas; aunque estas tribus no tenían avances tecnológicos, en la parte artística dejaron admirables monumentos como pirámides, templos, pinturas y cerámica. Lo que hoy es literatura indígena en realidad son transcripciones indirectas que en la conquista y la colonia quedaron fijadas gracias al alfabeto latín, estas recogen tradiciones orales e interpretaciones de viejas escrituras ideografías.
Las lenguas más cultas fueron: el quechua del Perú incaico, el maya quiché y el nahuatati de los aztecas. En la cultura maya existieron libros con figuras jeroglíficas, pero estas fueron destruidas y solo se salvaron tres.
Las tradiciones se transmitieron oralmente de generación en generación. De la cultura maya procedían las tribus quiché, cakchiquel y otras tantas de Guatemala. El Quiché fue una tribu cuya existencia estuvo comprendida entre los años 1554 y 1558, y fue un indio educado por españoles quien escribió en su lengua, esto con la ayuda del alfabeto español. Dicho indio hizo una recopilación de las creencias cosmogónicas también realizo recuerdos históricos y legendarios de su pueblo. Su propósito fue suplir la pérdida del libro de consejo o Popol-Vuh. Cakchiquel fue la tribu que atesoró sus propias memorias, por lo cual varios indios decidieron recopilarlas sirviéndose del español, en manuscritos que hoy se conocen como memoria de Solalá.
La literatura de los aztecas, mayas e incas sobrevivió con mucha dificultad después de la conquista, pues la cultura y la religión a la que pertenecían fue destruida.
Los habitantes del nuevo continente a la llegada de Colón en 1492, no manejaban alfabetos fonéticos, pero si habían desarrollado otras formas de comunicación gráfica, esta “escritura” se plasmó en la madera proveniente de la corteza de ámate en el caso de México, o un sistemas de representación visual, por medio de caracteres o grifos pictográficos, ideográficos o parcialmente fonéticos. Entre mayas y aztecas fueron comunes los libros llamados códices o libros indígenas, los cuales estaban hechos también en corteza de ámate, en barro o en piel de venado, y por medio de dibujos y símbolos se registraron datos históricos, astronómicos, religiosos y sociales. Se usó la tradición oral para perpetuar su cultura artística y científica. Los mejores libros y textos aborígenes son los de la literatura azteca, maya e inca.
El “Popol-vuh” es el libro común de los quichés, y su edición de 1947 está dividida en cuatro subdivisiones (capítulos). La primera parte habla sobre el génesis del Mundo y la Historia de Vucub Caquix, fue escrita sobre barro y posteriormente sobre madera, pero en ambos casos su destrucción fue inevitable; la segunda parte es la más larga y mas literaria, cuenta la historia de los padres de Hunahpú e Ixbalanqué; la tercera parte habla sobre el origen del hombre, los progenitores, creadores o formadores; y la cuarta y última parte da testimonio sobre los sacrificios de los animales para ofrecerlos a los dioses. Este es un libro lleno de cosmogónicas, mitos, ritos, leyendas e historias, además contiene mucho material mágico que lo convierte en el más remoto y rico antecedente de las actuales corrientes del realismo maravilloso, mágico y del sur realismo Chilam (titulo de la clase sacerdotal), Balam (jaguar o brujo) está comprendido por varios libros y temas que se pueden clasificar en: textos religiosos, indígenas o cristianos en maya; textos históricos con crónicas generales o particulares; textos médicos, indígenas o con influencia europea; textos cronológicos y astrológicos (nomenclatura Katunes); textos astronómicos (ideas europeas del siglo XV); textos explicativos de sus rituales; textos literarios incluidas algunas novelas españolas; textos no clasificados.
Los textos son considerados en cierta parte herméticos, la apropiación de su realidad se aleja del pensamiento europeo. En los textos proféticos hay una visión pórtica de la vida (“La Apocalipsis”).
Los libros de Chilam Balam fueron escritos adaptando el alfabeto castellano a la lengua maya, estos provienen de libros pictográficos o de tradiciones orales, el contenido de estos es muy variado: religión, historia, medicina, astronomía, etc.
“Yurupary”, puede considerarse tres cosas: un mito religioso-agrícola cíclico o periódico que celebra las cosechas, germinación y crecimiento de los frutos, y la fertilidad de la naturaleza;. un ceremonial por el cual los jóvenes cambiaban de status y se vinculaban enteramente a la sociedad tribal, asegurando así la supervivencia de las instituciones y la vida misma del grupo; un mito ceremonial encaminado a preservar del incesto a los miembros de la tribu; un culto de los antepasados que celebra en especial la memoria de un héroe mítico, líder religioso y legislador, cuya presencia se invoca para renovar las creencias en sus leyes y enseñanzas; o un rito secreto masculino cuyo propósito es asegurar el predominio del hombre sobre la mujer en la sociedad indígena.
Posteriormente se da la Crónica, precedida por la literatura ancilar, que fueron los relatos hechos tanto por indios como por españoles sobre el descubrimiento de América; y posteriormente la precede la literatura hispanoamericana, que comenzó a ser escrita bajo rótulos de géneros literarios inexistentes.
Tanto indios como españoles escribieron por múltiples razones; algunos escribieron por afecto, como quien escribe una carta desde muy lejos a su familia; otros por obligación, como sucedió a los cronistas oficiales de Indias, quienes eran designados por mandato real (función de reporteros); hay quienes escribieron por simple asombro y necesidad de narrar lo innarrable; y otros tantos escribieron porque quisieron dejar el testimonio de la derrota.
Es lo anterior lo que nos permite deducir que la crónica nació desde la conquista en el siglo XVI por diferentes razones anteriormente mencionadas, además fue escrita por personas que participaron en la conquista y el descubrimiento o por simples testigos principalmente españoles e indígenas. Esta se da en forma de cartas o testimonios de lo ocurrido.
Entre los europeos se distinguen tres grupos que tomaron parte en el descubrimiento y en la primera colonización, ellos son Cristóbal Colón, Hernán Cortes, Alvar Núñez Cabeza de Vaca y Bernal Díaz del Castillo, también los misioneros, evangelizadores o enviados especiales, y los que sin viajar a América, sino con testimonios, contaron lo allí ocurrido. También escribieron los criollos como Alfonso de Ovale, los mestizos, como el Inca Garcilaso y los incas como Guamán Poma de Ayala.
Inicialmente la crónica no tenía parámetros, era un género extenso, sus únicos límites eran los impuestos por la censura a las obras de ficción. Cada quien escribía a su manera en el afán de contar lo visto. Como la crónica no tenía parámetros algunos buscaron los versos para poder expresar de mejor forma y con más orden sus ideas.
Vale la pena mencionar algunos de los más importantes cronistas españoles tales como Cristóbal Colón, quien fue la primera persona en escribir sobre América. Este cronista dejó una carta de cada uno de sus viajes. La primera fue dirigida a los Reyes, la segunda fue una mezcla de solicitudes y relaciones de la visita, la tercera fue sobre descripciones de la naturaleza, no solo de América sino de toda la tierra, a la que creía en forma de pera. La mejor carta fue la que quedó después de su cuarto viaje, en la que mostró su asombro y sensibilidad por la naturaleza americana. Su segundo testimonio fue escrito en su diario de navegación, en este se encuentra que Colón supo apreciar lo descubierto. Todos los escritos de Colón marcaron la pauta de lo que serian las posteriores crónicas. Sus obras, “Cartas” y “Diario de Viaje”.
Hernán Cortés desarrolla en América, una de las vidas más interesantes, fue un estudiante fracasado de familia hidalga. Aventurero, sentimental e inteligente. Murió de pena, vencido y conquistado por los americanos. Este escribió cinco cartas dirigidas al Rey Carlos V. Los suyos fueron textos frescos, antirretóricos, con los que trató de convencer a los civilizados españoles de las maravillas “Indias”. Su obra, “Cartas de Relación”.
La “Historia” de Francisco López de Gomarra fue escrita a distancia pues él nunca estuvo en América; era capellán y escribía por mandato real. Se anticipó al género “testimonio”, practicado hoy en reportajes, cartas y declaraciones; además puso un toque de imaginación personal; es a esto a lo que hoy en día se denomina estilo periodístico.
Gonzalo Fernández de Oviedo fue un observador no eclesiástico. Tuvo cargos importantes en palacio, fue soldado, posteriormente paso a las Antillas donde ocupó cargos públicos; realizó seis viajes entre España y América. Oviedo escribió algunos libros con información directa, pues vivió en las “Indias”. Fue más historiador que narrador. Sus crónicas no fueron del gusto de fray Bartolomé de las Casas.
Fray Bartolomé de las Casas se convirtió en el más grande defensor de los indios americanos; nació en Sevilla y en el cuarto viaje de Colón, pasó a las Antillas; fue ordenado sacerdote siendo ya licenciado. Posteriormente se consagró a la defensa filosófica, política y religiosa del hombre americano. Siempre estuvo en desacuerdo de como se daba la conquista y la dominación, por esto se dedicó a denunciar estas atrocidades tales como genocidios, torturas etc. Se opuso a la apropiación de las riquezas de nuestro continente, llevadas a cabo por los españoles.
De las Casas, fue más moralista, intelectual, político e historiador que escritor. En su relato contra Oviedo de quien se dice era belicista, dejó libros como: “Historia de las Indias” y “Brevísima relación de la destrucción de las Indias” y “Sermones”.
Bernal Díaz del Castillo es el más grande cronista del siglo XVI. Detectó algunas fallas en la crónica de López de Gomarra y para corregirlas escribió su famosa “Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España”. Díaz criticó y protestó por la forma en que otros cronistas que no habían participado de la conquista, inventaban o distorsionaban la realidad, pues el sí había vivido todo lo ocurrido en América y había sido un sobreviviente. Bernal en su obra no selecciona, no adorna, no organiza, no disimula ya que su objetivo no era el de hacer una narración agradable sino narrar lo verdaderamente ocurrido.
Alvar Núñez Cabeza de Vaca fue el escritor del libro “Naufragios”, el cual tiene curiosas notas sobre las costumbres de los indios. Además fue enviado a conquistar y gobernar Florida. Para escribir su libro, sería primero esclavo de indios, mercader y brujo. Después viajó a Paraguay en otra expedición con titulo de gobernador, pero sufrió cárcel por mala administración, y fue después a España a escribir su libro “Comentarios”.
Pedro Cieza de León nació en España, llegó a las Indias entrando por Panamá y como soldado entró al Perú, donde escribió el libro “Crónica del Perú”. Su crónica no habla de batallas, habla principalmente de la inmensa geografía, del gran centro cultural del Cuzco y por último del descubrimiento, la conquista y las fundaciones españolas. Cieza de León al igual que Fray Bartolomé de las Casas fue un defensor de los habitantes americanos.
Fray Bernardino de Sahagun llegó a América como misionero y fue conquistado por los indios. Su principal obra fue “Historia General de las Cosas de Nueva España”. Este al igual que De León no se refiere a las batallas de la conquista, pues su principal interés está centrado en la vida, las costumbres, los mitos, los cantares, las danzas y todas las manifestaciones culturales indígenas.
También se destacaron como cronistas algunos mestizos e indios tales como Fernando Alvarado Tezozomoc, indio autor de “Crónica Mexicayotl”; Fernando de Alba un mestizo quien escribió “Historia Chichimeca”; Francisco Hernández Arana y Francisco Díaz Xebuta indios autores de “Anales de la Xahila”; Felipe Guaman Poma, indio escritor de “Primera nueva crónica y buen gobierno”; Cristóbal Molían mestizo autor de “Relación de fábulas y ritos de los Incas”; pero fue El Inca Garcilaso autor de la “Crónica mestiza” el primer escritor de esta raza con renombre continental. Su nombre inicial fue Gómez Suárez de Figueroa; su padre Sebastián Garcilaso de la Vega y Vargas era de origen español. Gómez Suárez fue el primero en viajar a España para escribir allí su obra, al viajar adoptó el nombre de El Inca Garcilaso de la Vega en honor a su padre. Terminó como religioso en un convento y murió un día después de Cervantes y Shakespeare. Sus libros: “Diálogos de amor”, “Genealogía de García Pérez de Vargas”, “Florida del Inca”, “Comentarios reales de los Incas” y su segunda parte “Historia general del Perú”, fueron como el de gran renombre continental.
El mejor poema épico del género de la crónica fue escrito por Alonso de Ercilla, su libro de nombre “La Araucana”, es considerado uno de los primeros en la poesía hispanoamericana, pues toda la primera parte y algo de la segunda y tercera fue redactado sobre el propio campo de batalla. Este consta de experiencias vividas por su autor, es considerado una epopeya que se convierte en la versión épica de los vencidos. Su tema es el heroísmo de todo el pueblo araucano. Este libro consta de tres partes, la primera publicada en 1569, la segunda en 1578 y la tercera en 1580; en este último año es armado caballero Santiago en premio a su obra literaria.
Se interesó por el Renacimiento italiano, escribió en octavas reales, además Ercilla mantuvo un estricto equilibrio entre los españoles y los aborígenes quienes lucharon sin tregua. La Araucana habla del indio desde una perspectiva idealista, lo que posteriormente se llamaría indianismo.