Los muiscas se ubicaron en el altiplano cundiboyacense, en los actuales departamentos de Cundinamarca y Boyacá. La vida familiar y social de los muiscas giró en torno a la religión, por eso las ceremonias religiosas y los rituales eran las actividades más importantes y entonces la educación se centraba en la comprensión de lo religioso, a través de los mitos y relatos que se transmitían oralmente de generación en generación. Entre los mitos están los de Bachué y Bochica.
Según el mito de Bachué al finalizar esta diosa su presencia en el mundo y frente a toda la comunidad entregó una especie de testamento
Educativo a los muiscas, donde les enseñaba a las mujeres los oficios cotidianos como el trabajo en el huerto y las actividades relacionadas con la cocina. A los hombres les enseñaba a cazar conejos, curíes y venados. Además Bachué instruyó a su pueblo sobre la vida comunitaria, la lucha por la paz, la concordia, la solidaridad entre todos, el cumplimiento de la ley y la alabanza a los dioses.
Según el mito de Bochica, éste era un sabio enviado por los dioses, que enseñó diversos secretos a las personas para cultivar la tierra y elaborar tejidos; también el respeto por los ancianos y los enfermos y las normas de la vida comunitaria.
La educación de la población era espontánea y familiar; sólo existieron escuelas para los sacerdotes y los jefes políticos. La preparación era similar para los sacerdotes y para los caciques, desde temprana edad los internaban en unos bohíos llamados “cucas” semejantes a los seminarios de sacerdotes católicos, de hoy. Allí las personas eran sometidas a un tipo especial de disciplina y austeridad por varios años; los ayunos eran largos, durante este tiempo no podían mirar al sol pero sí a la luna; a los caciques al concluir el ayuno les perforaban las orejas y la nariz para colocarles adornos propios del cargo que iban a desempeñar.
Los sacerdotes o jeques aprendían a realizar ritos y ceremonias, a orientar los sacrificios y la medicina tradicional y una vez terminada la formación, los jeques eran consagrados a grandes ceremonias y fiestas.
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