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Roma, el Gran Imperio


Los primeros monarcas romanos fueron los etruscos, pero los romanos los derrotaron y fundaron la república, un sistema de gobierno en el que los ciudadanos elegían a sus propios líderes cada año.  A medida que los romanos fueron fortaleciendo su poder, expandiendo su territorio a expensas de tribus y pueblos vecinos, se apoderaron de la mayor parte de Italia, hacia el año 250 a. de C.

Después de conquistar toda la península itálica se fueron a Cartago (norte de África), Cartago dominaba parte del comercio del mar Mediterráneo, lo que la convirtió en gran rival de los romanos, quienes aspiraban expandir sus actividades comerciales, entonces los cartagineses atacaron los romanos y se apoderaron de Sicilia, pero éstos respondieron con un poderoso ejército.  Hacia el 220 a. de C., los romanos habían derrotado a los cartaginenses, quienes estaban bajo el mando del general Aníbal; tras la derrota de Aníbal y de Cartago, los romanos se apoderaron de las tierras de los cartagineses en el sur de España y el norte de África.

Hacia el año 140 a. de C., los romanos ya habían tomado bajo su poder Macedonia, Grecia y Asia Menor y Egipto  formaba parte del área de influencia; con estas conquistas se formó el Imperio Romano, compuesto por pueblos muy diferentes que compartieron la pertenencia, es decir, la ciudadanía, a un vasto territorio que justificó su poder en la adoración y divinización del emperador romano.

El Imperio Romano se caracterizó por su fuerte tendencia centralista y la imposición de costumbres sobre los pueblos sometidos; sus funcionarios fueron llamados gobernadores  y las tierras sometidas, provincias romanas, lo habitantes de estas últimas pagaban tributos a los romanos y prestaban servicio militar obligatorio al Imperio.  Dependiendo  a los intereses romanos, del tipo de conquista que se llevara a cabo y de los acuerdos que llegara con Roma se pagaban más o menos tributos; el dominio también variaba, de acuerdo a la colaboración que le prestara cada provincia al imperio.

Elementos que consolidaron el poder imperial de Roma

Roma creó el derecho que consistió en reglas o normas públicas muy detalladas que abarcaron aspectos como los conflictos, las comunidades, el Estado y los ciudadanos; planteó que la justicia sólo podría ser administrada por el emperador romano y sus funcionarios.  En el ámbito económico determinó que el imperio debía recaudar impuestos, directos e indirectos, en todas las provincias.

El establecimiento del derecho romano permitió bajo un territorio  y una misma ley,  pueblos diferentes y garantizar el poder de Roma sobre los pueblos sometidos
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El Imperio  Romano aplicó la idea de la ciudadanía que se había iniciado en las ciudades griegas, siglos atrás, lo novedoso fue que Roma otorgó la ciudadanía a todos los pueblos que sintieran como suya a Roma; dieron el título de romano a todo hombre libre que quisiera, con todas las ventajas que esto traía en el ejercicio de los derechos ciudadanos, haciendo universales los derechos políticos.
En los siglos II y III d. de C., en el Imperio Romano se presentaron las siguientes situaciones, que lo llevaron a la decadencia:

  • Las conquistas romanas se estancaron  por los conflictos políticos y sociales internos.
  • Los alimentos y los productos de primera necesidad elevaron sus precios.
  • Los ataque frecuentes de pueblos, considerados bárbaros por los romanos, quienes vivían en las fronteras de los ríos Rin y Danubio.
  • El ejército, compuesto por trescientos (300) mil  soldados, no aseguraba la paz.
  • El cristianismo ganaba más adeptos en las regiones orientales del imperio y amenazaba el culto al emperador y la obediencia incondicional a Roma.


Ante tales dificultades, los emperadores romanos aumentaron los soldados que constituían el ejército, lo que implicaba elevación de los impuestos; la economía de Roma no estaba preparada para afrontar los gastos, por cuanto el desarrollo tecnológico se había estancado y era difícil aumentar la producción y los recursos; la esclavitud se recrudeció, las ciudades se despoblaron y los grandes propietarios rurales revivieron la producción con labradores de los pueblos bárbaros.

Entre los años 235 y 285 d. de C., el imperio vivió una guerra civil permanente, lo que ocasionó que algunas rutas comerciales dejaran se dejaran de utilizar.  Desde los siglos III y IV se venían haciendo intentos para salvar el imperio: se persiguió a los cristianos; el emperador Teodosio dividió el imperio en dos, el de Oriente y el de Occidente, para facilitar su administración y recurrió a soldados de origen bárbaro para asegurar sus fronteras.  Sin embargo, la parte occidental del Imperio cayó en el año 476 cuando el último emperador, Rómulo Augusto fue destronado  por el jefe bárbaro de origen  germano, Odoacro, quien había servido a Roma; la parte oriental del Imperio duró otros mil años y fue conocido como el Imperio Bizantino.