Las ciudades que ocuparon los griegos correspondían a la parte oriental del mar Mediterráneo, abarcando una región continental y una insular, rodeada por los mares Jónico y Egeo. El suelo era pobre para los cultivos, las comunicaciones terrestres eran casi inexistentes y por su cercanía al mar desarrollaron una civilización marítima y por ella se esparcieron por casi todo el Mediterráneo.
Grecia no creó un imperio propiamente dicho, sino ciudades independientes que constituyeron estados o polis; allí existieron unas 700 polis que fueron, originalmente, aldeas formadas por tribus de agricultores que con el tiempo constituyeron pequeños reinos, gobernados por los jefes de tribus, estos gobernantes se convirtieron en reyes y formaron una nobleza o aristocracia, que ejerció funciones sacerdotales, judiciales y militares. La nobleza decía venir de dioses, gracias a lo cual pudo concentrar el poder y heredarlo a sus descendientes y no sólo dominó desde el punto de vista político sin también económico, al tomarse el derecho a repartir las tierras y escoger las mejores para sí. La cantidad de tierras que tuviera una persona determinaba su posición social dentro de la polis o Ciudad-Estado.
Las polis griegas eran extensiones de terreno que incluían un centro urbano, alrededor del cual se ubicaban aldeas, tierras de labranza, zonas de bosques y pastos; económicamente eran autosuficientes (producían lo necesario para mantener su población)
y tenían: los templos religiosos (para el culto a los dioses), los acrópolis (o zona de defensa en las partes altas de la ciudad) y las plazas (o ágoras donde estaban los mercados, los edificios administrativos y eran puntos de encuentro para sus habitantes.
La nobleza se apropió de la polis tanto, que el derecho a pertenecer a ellas y a participar en las decisiones públicas dio origen a uno de los aportes griegos más importantes: la ciudadanía; en sus comienzos fue sólo para nobles, pero con el pasos del tiempo fue ampliándose a otros grupos sociales.
En el siglo VIII a. de C. algunas ciudades griegas tuvieron conflictos sociales debido al aumento de la población que coincidió con la escasez de alimentos y de tierras porque la mayoría estaba en manos de los nobles que poco la hacían producir. Para solucionar los problemas sociales, algunos nobles promovieron reformas; una de las principales, consistió en la fundación de colonias agrícolas y comerciales fuera de Grecia; de manera que las personas sin tierra partieran a la expansión colonial que llegó a Sicilia, al sur de Francia, al sur de España, al mar Negro, a la península de Anatolia, a Egipto, a Cirenaica (hoy Libia) y al oriente del mar Egeo.
Los nobles dirigieron la fundación de colonias, repartiendo la tierra y ejercieron el poder político. En las colonias también se formaron Ciudades- Estado similares a las de Grecia, con leyes y gobiernos propios, pero no establecieron lazos políticos sino sólo familiares y afectivos. Al mismo tiempo que se fundaban las colonias, en Grecia se dieron cambios políticos; la monarquía se abolió, los nobles delegaron las funciones administrativas y la ejecución de las leyes a funcionarios elegidos por ellos, en una forma de gobierno conocida como oligarquía (gobierno de unos pocos). Tanto en las colonias como en las ciudades originales de Grecia, la nobleza siguió dominando hasta el año 500 a. de C.
Con la expansión colonial se lograron importantes avances tecnológicos y culturales, se aplicaron nuevas técnicas para la navegación, se inició una gran producción de vinos, olivos y cereales y se extendió el uso de la moneda, el alfabeto y la escritura. La manufactura griega, especialmente la elaboración de cerámica, tuvo gran aceptación en las colonias del mar Mediterráneo, controlando buena parte del comercio del Mediterráneo y aunque tuvieron que soportar la piratería, individuos sin tierra pudieron acumular riquezas con el comercio.
La caballería tradicional de la guerra, compuesta por nobles fue reemplazada por ejércitos organizados formados por hombres del común que adquirieron espadas, escudos y otros elementos de guerra; los hombres de estos ejércitos iban a pie y se les llamaba hoplitas, cuando se dieron cuenta de su importancia exigieron participación en las decisiones de la polis; la nobleza lo permitía a personas que adquirían alguna riqueza y se independizaban de los terratenientes, pues les parecía importante la participación política en la polis.
Ante la exigencia de las personas del demos (pueblo) de participar en las polis, algunos nobles aristócratas hicieron nuevas reformas y escribieron códigos donde plantearon derechos y responsabilidades ciudadanas. Entre los legisladores atenienses, se destacaron Dracón y
Solón.
Hacia los siglos VII y VI a. de C., aparecieron los tiranos (accedieron sin poder hereditario) quienes usurparon a los nobles y gobernaron con ayuda de los hoplitas, dominaron regiones y crearon nuevas colonias, repartieron tierras entre los granjeros pobres, estimularon la industria y el comercio, construyeron templos, canales, caminos, murallas, aumentaron el comercio, estimularon las artes y las letras y permitieron que algunas personas del pueblo participaran en las decisiones de gobierno de las polis.
La caída del poder de las ciudades griegas, se asoció a:
Ante el debilitamiento de las polis griegas, un pequeño reino al norte de Atenas, llamado Macedonia, fue imponiéndose y poco a poco construyó su Imperio, tomando como base las Ciudades-Estado griegas y el debilitamiento del Imperio Persa.