En el período clásico, regiones enteras de Asia y Europa estuvieron bajo el dominio de imperios, uno de los primeros imperios en consolidarse fue el de los persas, entre los años 550 – 500 a. de C. La importancia del imperio persa fue que las regiones que conquistó fueron la base del asentamiento y expansión del posterior Imperio Macedónico, que llegó hasta la India y norte de África. Estos dos (2) imperios influyeron en la formación del Imperio Romano y del Imperio Chino.
Los persas o iranios fueron conquistadores indoeuropeos que arribaron a la meseta de Irán hacia el 2000 a. de C., aproximadamente.
En el siglo VI a. de C., Ciro, el hijo de una princesa babilonia y de un guerrero persa, entró en alianza con la nobleza de Babilonia y sometió al reino de los medos, donde inicio la Imperio Persa; este imperio extendió sus dominios por medio de grandes conquistas militares, y llegó a controlar una gran región que incluyó Anatolia, Mesopotamia y Asia Central hasta el oriente del río Indo.
Ciro ejerció una política de tolerancia, debido a que bajo su gobierno coexistieron egipcios, judíos, fenicios y babilonios; esta política permitió la paz en este imperio.
Dario I, rey de Persia entre los años 521 y 486 a. de C., dividió el territorio en satrapías o regiones que correspondían a cada uno de los pueblos sometidos; esta división le permitió centralizar el poder. Cada región era administrada por un sátrapa, quien debía asegurar tributos al emperador y el reclutamiento de soldados para la guerra; también debía costear, con sus propios recursos, funcionarios y ejércitos, en sus regiones.
Para asegurar la lealtad de los sátrapas el “Gran Rey Persa” tuvo a su servicio espías conocidos como “los ojos y oídos del Rey".
Cuando el imperio se sobre-extendió, muchos sátrapas comenzaron a gobernar por su cuenta, e incluso se rebelaron abiertamente contra el emperador; esto puso en evidencia la debilidad del imperio, en especial cuando tuvo que hacerle frente a sus enemigos.
El imperio persa se destacó por su expansión comercial; promovió la comercialización de gran número de productos cotidianos, artículos para la casa y ropa barata y, en menor cantidad, mercancías de lujo. El comercio motivó la construcción de una amplia red de caminos, a través de los cuales se establecieron importantes rutas comerciales, que unieron Oriente y Occidente.
Los persas instauraron el arameo como lengua oficial; fueron monoteístas, su religión oficial fue mazdeísmo, fundada por el profeta Zaratustra o Zoroastro hacia el año 500 a. de C. y su idea era que existe una dualidad: el bien (justicia, sabiduría, bondad, virtud, buenas intenciones y búsqueda espiritual) y el mal (el pecado y se asociaba con las cosas materiales); esta religión se opuso al politeísmo y a la práctica de sacrificios, adivinaciones y adoración de la fuerzas de la naturaleza representada en varios dioses. Consolidó una doctrina moral en la que se invitaba a todos los seres humanos a seguir un camino recto, para evitar la condena eterna.
Algunas religiones que nacieron en el Cercano Oriente, como el Judaismo y el Cristianismo tomaron ideas del mazdeísmo; aunque fueron tolerantes con otras religiones el mazdeísmo se conservó a ayudó al sostenimiento del poder imperial.
A pesar de los elementos de unidad como la lengua, la religión y la moneda, el poderío persa se basó más en la fuerza de las armas y en la tolerancia, porque carecía de firmes lazos económicos y políticos entre los países que lo formaron, por lo que nunca gozó de una unidad cultural o nacional.
Hacia el año 500 a. de C., el Imperio Persa era el más poderoso del Cercano Oriente; en las fronteras del imperio en la península de Anatolia, hoy Turquía, se habían asentado pobladores de origen griego que a veces servían como mercenarios en los ejércitos persas. A medida que los persas exigieron mayores tributos a los pobladores griegos estos se sintieron inconformes y pidieron ayuda a algunas de las ciudades originales, como Atenas, para enfrentarse a los persas. Por su parte, los persas se lanzaron a la conquista de Esparta y Atenas hacia el año 490 a. de C., iniciándose las guerras médicas.
Los griegos, con pocos hombres, ganaron a los persas en una batalla terrestre, Maratón, Hacia el año 480 a. de C. en la batalla naval de Salamina, los persas volvieron a perder ante los griegos. Los persas continuaron en guerra con las ciudades griegas hasta el año 448 a. de C., y cayeron bajo del dominio del Imperio Macedónico, en el año 332 a. de C.