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La Esclavitud y los Sistemas Económicos


Con la excepción del Imperio Romano, ningún sistema económico dependió primariamente de la producción hecha por los esclavos; éstos formaban parte de la unidad de producción doméstica (de la familia), eran como miembros menores, en los sistemas económicos donde eran explotados.  Generalmente, era un prisionero de guerra, mantenido en cautiverio; su situación variaba de una sociedad a otra.


En la civilización Sumer, el esclavo ejercía trabajos un poco más duros que los siervos trabajadores (la mayoría). 

Así, hay muchos casos, entre los aztecas, los esclavos, aunque eran también utilizados para sacrificios a los dioses, no podían ser golpeados, muertos ni revendidos, tenían su propia casa y bienes y sus hijos nacían libres.

Así, los esclavos desempeñaban un papel importante dentro del sistema

productivo, tenían distintas funciones dentro del sistema social y el grado de privación de sus derechos era desigual.

Los fenicios desarrollaron un sistema económico basado en el comercio, desarrollaron habilidades en la navegación marítima y fueron los primeros en tender lazos comerciales con Egipto y otros pueblos de la región.


La civilización griega protagonizó un milenio de desarrollo económico entre el año 800 a. de C. y el 200 d. de C.

Los griegos también desarrollaron el comercio a través del Mediterráneo.  Inicialmente fueron agricultores, pero las pobres condiciones del terreno  donde se establecieron fueron insuficientes para satisfacer las necesidades de su población.

Esta situación los llevó a aprovechar su cercanía al mar, sus excelentes puertos naturales y las islas circundantes para desarrollar una actividad comercial con otros pueblos.  Como resultado de su éxito en el sistema comercial, la población griega fue creciendo hasta el punto que su propio territorio se hizo estrecho para albergarla; por esto, empezó una gran actividad colonizadora por parte de la civilización griega.  El movimiento de colonización resolvía el problema de la sobrepoblación y además tenía una función colonizadora.

Nuevas ciudades se establecieron en regiones fértiles, productoras de cereales, que abastecían Atenas (capital griega) y Atenas se convirtió en productora de aceitunas y uvas; empezando un proceso de especialización agrícola y artesanal por colonias.  El comercio permitió que cada región se dedicara a producir lo que más ventajoso le resultaba, trayendo de otras colonias los productos que no producía.

El importante desarrollo del comercio logrado por Grecia antigua se hizo posible gracias a la aparición de la moneda metálica que tuvo como principal función  servir de medio de intercambio entre dos (2) productos cualesquiera.


Esta civilización se disolví o por guerras internas entre las colonias y por la misma amplitud de su territorio, entre otras razones,  pero dejaron un importante legado económico y cultural para civilizaciones posteriores como la romana.

La civilización romana, otra de las grandes civilizaciones del mar Mediterráneo, heredó gran parte de la cultura y organización económica de los griegos; los romanos era un pueblo de agricultores que sembraban productos en pequeñas propiedades; el derecho a la propiedad era la base económica de ese sistema de producción.  El comercio ocupaba un papel secundario dentro de su economía y su manejo se dejaba en manos de extranjeros, clases inferiores y hasta esclavos.

Roma, una ciudad que en el cenit de su existencia llegó a contar con cerca de un millón de habitantes, vivía de los productos de los territorios a donde su imperio alcanzaba, transportados por una excelente red de caminos.

Para los romanos fue crucial, en el desarrollo de su economía la “Pax romana”, un período, en el que se controlaron los enfrentamientos entre los vecinos de la región, gracias a esto, el Mediterráneo y los caminos de tierra disfrutaron de paz y orden, de tal manera que los productos podían ser llevados a la ciudad sin contratiempos.

El nivel de vida  la población mejoró, con respecto a anteriores civilizaciones pero no todos los habitantes disfrutaban de él.  Sin la esclavitud como parte indispensable del sistema de producción, el nivel de vida de los ciudadanos libres no hubiera podido aumentar; los esclavos eran utilizados para realizar las labores agrícolas y trabajos más duros y mantenidos con lo apenas indispensable para su subsistencia.

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En conclusión, la fuerza de las legiones romanas, que servían para mantener el orden de las rutas comerciales y para cobrar los impuestos que mantenían a las clases privilegiadas en Roma, junto con la mano de obra esclava, posibilitaron la expansión y esplendor del Imperio Romano y su burocracia. Pero, al cabo de los siglos, el Imperio decayó, pues el sistema de producción basado en esclavos y campesinos ya no dio abasto para mantener a las amplias clases de guerreros, gobernantes, artistas, científicos y pensadores, que siempre vieron en el trabajo manual, algo deshonroso.

La civilización árabe, fueron pueblos unidos por la religión islámica desde el siglo VII que lograron un desarrollo económico importante.  Su sistema de producción fue el comercio, actividad íntimamente relacionada con su sistema de creencias religiosas; como Mahoma, profeta fundador del islamismo, había sido mercader,  la religión no consideraban esta actividad como deshonrosa; por el contrario, existía un enorme respeto por la ocupación, lo que impulsó una gran actividad comercial entre Europa y Asia
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La China antigua, casi sin relaciones con otras civilizaciones, logró un nivel de desarrollo económico e innovación importante. Los productos de la sorprendente artesanía de los chinos estaban, sin embargo destinados al uso del gobierno, de las cortes del Imperio y de los que poseían las tierras; entretanto las masas campesinas eran excesivamente pobres y no podían comprar esos productos.  Todos los aspectos y oficios del sistema económico: mercaderes, red de transportes, cobro de impuestos, hábiles artesanos, etc., estaban destinados a surtir de exquisitos bienes a las clases privilegiadas.


La economía de la antigua India  estuvo muy impactada por aspectos religiosos;  el hinduismo, religión mayoritaria, observaba un rígido sistema de castas, un complejo sistema de clases separadas por aspectos como la etnia y la ocupación económica.   Este sistema permitía que una clase privilegiada viviera  a expensas de otras clases que, por su condición religiosa, estaban obligados a dedicarse a la agricultura, la artesanía o la construcción.  Bajo el sistemas de castas se logró un efectivo desarrollo dedicado al mantenimiento de los ricos y poderosos.

Así, podemos ver que un sistema de producción está íntimamente relacionado con las creencias religiosas, los lazos sociales, el poder militar y muchas variables de cada sociedad.

Resuelve: ¿Cómo crees que debe ser el sistema económico de un lugar para que beneficie a toda la población y no solamente a los poderosos y ricos?

En el continente americano subsistieron muchas culturas autóctonas, cada una con su sistema de producción particular, antes de la llegada de los españoles, entre ellas: los aztecas, los pueblos del mar Caribe y los incas.


En Centroamérica, los aztecas, pueblo que  invadió el actual México, logró una gran civilización  centrada en lo que ellos llamaban Tenochtitlán.

La división social de los aztecas era muy marcada, entre la clase dirigente y la privilegiada, llamada pipiltin, y el resto del pueblo, la gran mayoría. Los pipiltin se designaban a sí mismos como los predestinados por los dioses para liberar a su pueblo, más aún,  como los descendientes directos de Quetzalcoátl, el dios supremo.

Esto les otorgaba una gran cantidad de privilegios económicos y políticos; así, los pipiltin organizaban a su antojo el sistema de repartición de tierras; ellos eran los propietarios de una gran parte del total de tierras, que sumadas a las destinadas a sufragar los gastos de los palacios de los gobernantes, de los templos religiosos y de las guerras, resultaban un vasto territorio cuyo producto no estaba al alcance del pueblo.  El resto de las tierras era de propiedad comunal, aunque administrada por los gobernantes, para uso de los calpulli, que eran las organizaciones étnicas, sociales y territoriales donde se ubicaba el pueblo común.   Allí se sembraba maíz, frijol y otros vegetales.

Los pipiltin se ocupaban en organizar guerras para capturar más trabajadores y, ante todo,  víctimas de sacrificios humanos, que eran el requisito básico del equilibrio cósmico azteca; para lo cual debían tener un gran ejército, una buena organización administrativa, la capacidad de construir templos extraordinarios y un sistema productivo eficiente.

Los miembros del calpulli, soportaban el trabajo que requería el sistema económico y religioso concebido por la clase privilegiada; vivían del producto de las tierras comunales que les eran asignadas; tenían que pagar tributos e impuestos; servir en el ejército y trabajar en varias labores para el servicio del gobierno, como la construcción de templos y otros edificios públicos.

El trabajo de los aztecas se dividía, principalmente, según el sexo; los agrícolas y artesanales eran del ámbito del hombre, mientras las mujeres se dedicaban a los labores del hogar,  a la elaboración de las tortillas de maíz, que eran la base de la alimentación del pueblo y a la elaboración de tejidos.  Otro tipo de especialización de los oficios, cuando las labores de subsistencia lo permitían, consistía en la elaboración de artículos de lujo para los pipiltin y los jefes religiosos, como trabajos con plumas, madera, escultura y pintura en libros.

Cuando la situación era difícil, por ejemplo en las hambrunas, en el pueblo estaban obligados a venderse ellos mismos o a sus hijos como tlatlacotin, una especie de esclavos, quienes eran utilizados para trabajos duros y, junto con los prisioneros de guerra, eran utilizados como víctimas de sacrificios humanos de carácter religioso; sin embargo, sus hijos no eran considerados esclavos y podían ganar su libertad, si su comportamiento así lo ameritaba.

De este modo, el sistema productivo de los aztecas fue entonces fuertemente determinado por factores religiosos y sociales, que permitieron la existencia de una sociedad con una clara división entre los pipiltin y una gran masa de población esclava o trabajadora, que soportaba grandes trabajos que exigió la construcción de una importante civilización .


En la zona del Caribe coexistieron una gran variedad de pequeñas y medianas etnias indígenas con rasgos generales a todas ellas que caracterizaron un sistema social y productivo.

Este tipo de sociedades estaba conformada por dos (2)clases bien diferenciadas; la clase privilegiada o elite y la clase de los trabajadores.


La clase privilegiada  controlaba actividades como la producción  y las guerras; se dedicaba a los intereses religiosos que se  asociaban con la autoridad y el poder político y podían hacer uso  exclusivo de ciertos adornos (bienes de lujo, usualmente venidos de lugares sagrados y distantes) propios de la elite gobernante.  Dirigentes de de etnias como la Muisca, Tairona, Cenú o Quimbaya, en lo que hoy es Colombia,  también respaldaban su autoridad

con el acceso a bienes muy valiosos, naturales o manufacturados, que obtenían los unos de los otros por canales mediante los cuales, los intercambiaban. Es el caso de los Muiscas que explotaban minas de esmeralda, símbolo de poder entre los dirigentes Taironas, quienes para lucirlas, las hacían llegar a través de canales de intercambio; a su vez, los Taironas recolectores de concha de mar, enviaban este exótico producto a los dirigentes muiscas, quienes adornaban con ellas vestimentas y construcciones.


Estos intercambios hicieron posible la construcción de caminos y una especie de mercado, pero no se trataba tanto de intercambios económicos para el sistema de los pueblos, sino de intercambios con un contenido religioso y político.  Así, cada etnia tenía que sobrevivir con lo que producía; los muiscas con quinua y papa; los Taironas principalmente con pesca y frutos propios de las costas.

En los pueblos de los Andes, antes de que  los Incas fueran el pueblo más poderoso mediante conquistas e invasiones, existían diversos pueblos indígenas que habitaban el centro de Suramérica, éstos se agrupaban en ayllus o comunidades de aldeanos relacionados con su parentesco y dedicados al cultivo de una diversa variedad de tubérculos y, a veces, a la cría de llamas.

En los ayllus, la propiedad de la tierra era comunal, bajo un sistema de distribución de los terrenos aptos para la agricultura entre las familias, el trabajo era igualmente realizado de forma comunal y los jefes de hogar se ayudaban mutuamente; el producto del trabajo era repartido por el jefe de la comunidad, quien los distribuía entre sus propias necesidades, en primer lugar, las de las tumbas de los dioses y jefes religiosos y, por último, las necesidades de las familias.  Éste ha sido llamado sistema de producción comunitario.

Cuando dominaban los Incas a todos estos pueblos, el sistema de propiedad de tierras sufrió un cambio radical; el Inca, jefe supremo de su pueblo, pasó a ser el propietario de tierras, ríos, montañas y rebaños; los habitantes de los múltiples ayllus podían seguir cultivando pero pagando altos tributos al Inca y muchas veces por  obligación que hacían cumplir los representantes del jefe supremo.

Ahora, el estado del Inca se encargaba de organizar y repartir la producción agrícola entre los trabajadores, cuyo producto le pertenecía en su totalidad; el reparto se hacía ahora entre las necesidades de la elite inca, los militares y los jefes religiosos, lo último que hacía era entregar raciones de subsistencia a los trabajadores, junto con vestidos y otras semillas.
Para controlar su sistema económico, los incas crearon una estructura administrativa importante: para no perder los tributos se hizo un censo de tierras, población, animales y productos.  Además, fue necesario reforzar el ejército, encargado de controlar sobre la producción, y hacer una campaña para difundir la religión inca que justificaba el poder del soberano.

De otro lado, se construyó una red de caminos, y de obras públicas, que permitió al estado inca traer los productos de sus colonias y llegar a los diversos pueblos de su imperio, no sólo físicamente,  en el caso de los caminos, sino a través de aspectos culturales, como la religión, porque aunque el estado inca se ubicaba en lo alto de la cordillera andina, sus dominios llegaron a alcanzar amplias zonas de tierra caliente y de las costas del océano Pacífico, cuyos tributos y productos debían ser transportados hasta la sede del estado inca en viajes de hasta 15 días a pie.

Estas obras, que respondían a las necesidades del estado inca demandaban una gran cantidad de recursos y trabajadores, lo que se constituía en un argumento más para la dominación y el uso de la fuerza con los habitantes de los antiguos ayllus.  Por lo tanto, se creó una estructura de grandes dimensiones, cuyo costo debía ser sufragado con altos tributos.

Así, el imperio inca logró un gran control sobre su pueblo y el producto de su trabajo,  además construyó un gran imperio de importantes dimensiones y de una cultura que sigue manifestándose en la población indígena de esta zona, actualmente.
Podemos ver que en la América Precolombina, los sistemas de producción se caracterizaron por una estrecha dependencia de los aspectos productivos hacia las creencias religiosas, el uso de la fuerza y lo militar y el dominio de la tierra, estando las sociedades divididas en elites militares y religiosas y el.

¿Qué aspectos de la producción precolombina crees que debemos rescatar para mejorar nuestra economía? Justifica tu respuesta, con ejemplos.