Debido a su ubicación geográfica y astronómica, Europa tiene una naturaleza y sociedad históricamente enlazadas; recibe de Asia y África una gran variedad de elementos botánicos distribuidos desigualmente en los ambientes mediterráneos, atlánticos y subárticos, así como en las montañas que circundan las extensas planicies. Sobre estos ambientes se estableció una vida vegetal en forma de bosques, praderas, tundras y vegetación de pantanos; el bosque de coníferas, con pinos, abedules y alerces, copó la región Escandinava, el norte de Rusia, el centro norte de Europa y parte de las montañas alpinas; el bosque mixto de hayas, castaños, robles, avellanos y fresnos, cubrió colinas, mesetas, valles y vertientes alpinas hasta el Mediterráneo. Algunos bosques eran pantanosos, otros crecían sobre materiales rocosos o morrenas glaciares; los pastizales eran más dominantes en la parte central, pero su extensión no era tan amplia como hoy.
Europa era un continente verde que se fue transformando con el paso de la ocupación humana; los bosques, praderas y tundras, acogieron a gran variedad de fauna: liebres, tejones, gatos monteses, erizos, murciélagos, búhos, gorriones y lechuzas, según el relieve, los tipos de vegetación, la situación geográfica y las condiciones climáticas. A la fauna pequeña como insectos y serpientes, etc., se agregó la fauna migratoria con cigüeñas, golondrinas, tórtolas, entre otras. En latitudes altas, predominan osos polares y pardos, renos, armiños, lobos, ciervos, zorros y conejos; en el centro sur de Europa se encuentran gamos, bisontes, jabalíes y más.
Los ríos y lagos constituyen ricos hábitats para especies como: esturión, trucha, anguila, barbo, cangrejos carpa y salmón.
Numerosos pueblos provenientes de distintos puntos del Viejo Mundo explotaron los ambientes europeos y los ocuparon en diferentes fases, ya que hubo períodos de estancamiento debido a la presencia de las glaciaciones que los obligaron a retroceder o refugiarse en sitios protegidos, allí nacieron las culturas rurales europeas; así que el contacto con el ambiente y la vida, se realizó bajo la imagen de una tierra reconocida como una madre bondadosa y fértil.
El poblamiento de Europa se remonta a la fase pre-glaciar cuando los australopitecos convivían con los mastodontes (hace 4.000.000 de años), o cuando el Homo erectus (hace 600.000 años) sobrevivió con caballos salvajes y elefantes, o desde el Homo sapiens (50.000 años antes) pasando por Cromagnon hasta las nuevas especies de Homo durante el Neolítico y la Edad de los Metales, cuyas expresiones artísticas, agrícolas y ganaderas se ha identificado a lo largo del territorio europeo.
Los pueblos tempranos entran a Europa a través del Mediterráneo, por sectores insulares y peninsulares; o por los valles de los ríos Maritza, Danubio, Dniéster. Dniéper y Don, que conectan las llanuras centrales de Europa con Asia Menor a través de los mares Egeo, Negro, Azov y Caspio. Las migraciones pusieron en contacto a pueblos diversos en su origen y cultura, consolidando una integración étnica y cultural, muchas veces propiciada por guerras.
Luego de sobrevivir la tercera glaciación (Riss) –Paleolítico inferior-, los seres humanos aprendieron a producir, usar y mantener el fuego, lo cual les permitió defenderse del frío extremo de la última glaciación (Wurn), de las fieras y mejorar su dieta alimentaria mediante la cocción de los alimentos; así, la caza empieza a predominar frente a la recolección de frutos.
El Paleolítico fue llamado el período del salvajismo, pero en esta época el hombre creó medios de subsistencia, construyó si hábitat, elaboró una visión de identidad con la naturaleza y los paisajes conquistados; su trabajo lo hace portador de una cultura propia. La agricultura se desarrolló recogiendo frutos y semillas; fueron observaciones de siglos para entender que el grano ha de sembrarse para obtener la planta; entre los cultivos más antiguos son: el mijo, el guisante y la zanahoria.
De igual manera, la ganadería es una consecuencia de la caza; lograron contactos con rebaños y encontraron formas para cazarlos y convivir con ellos mediante la domesticación y manejo de la reproducción de especies que ofrecían más ventajas como mamuts, elefantes, caballos salvajes, bóvidos, cérvidos, caprinos, jabalíes, ovejas salvajes y antílopes.
Estas dos (2) actividades productivas constituyen un avance importante en el desarrollo de la humanidad, pues acabó con la incertidumbre de la subsistencia al manejar el crecimiento de las plantas promisorias y dirigir la vida de los animales útiles.
La domesticación se asoció al uso de materiales más elaboradas como la piedra pulida, el uso del cobre, del bronces y el hierro mediante la fundición; la invención del alfabeto fonético y el empleo de la escritura; así, la cultura del campo va a cambiar debido al abandono paulatino de las prácticas de cacería y recolección, y a la adopción de técnicas introducidas del Cercano Oriente; igualmente; en las tierras con buen desagüe, los árboles fueron eliminados mediante el fuego, para preparar campos de cultivo y evitar que dichos árboles absorbieran el agua del suelo durante el verano.
La conquista del bosque retardó el desarrollo de la agricultura; pues, el desmonte de los bosques extensos con árboles corpulentos, duró varios siglos.
La vida sedentaria se dio cuando los pueblos arios introdujeron el caballo domesticado y el hierro a Europa, elementos importantes para intervenir el bosque de robles y ampliar la producción de plantas cultivadas, lo cual significó una agresión a cazadores y recolectores lo que provocó conflictos sociales y desplazamientos, pero también, la extinción de fauna, principalmente grandes herbívoros.
Durante el Neolítico, la agricultura y los animales domésticos vinculan estrechamente el hombre a la tierra, y constituyen la base de una nueva economía de producción cuyo desarrollo conduce a la civilización, donde el trabajo femenino está en la base del mismo.
Las comunidades agrarias y ganaderas producen lo necesario para la familia y en los choques entre tribus se toman como prisioneros a seres humanos, hecho que inicia un régimen esclavista; aparece la propiedad privada sobre la tierra, los ganados y los esclavos, empezándose a destacar una nobleza gentilicia que posee el poder y la riqueza; además, se empiezan a separar los trabajos de la tierra, la elaboración de utensilios de hierro, el trabajo de la arcilla (alfarería) y los tejidos en telar, con ello surgen los oficios, los cuales se separa de la agricultura.
Los poseedores de la riqueza controlan el trabajo de agricultores, artesanos y esclavos bajo sistemas de subordinación; este nuevo orden crea el Estado con sus instituciones, órganos de poder, ejércitos, tribunales y cárceles. Las ciudades construidas se convierten en centros de acopio de riqueza, en sedes de población numerosas que no producen lo que necesitan.
Los Estados helénicos difunden el nuevo proyecto civilizatorio y Roma expande su civilización a las fronteras del Mediterráneo.
La racionalidad grecorromana se impuso, desacralizándose el mundo y negándose al disfrute de los productos del trabajo; sin dioses se engendraron los principales problemas ambientales de esta civilización; las exigencias romanas, de naturaleza, sobrepasaron sus fronteras, sintiéndose radicalmente en los bosques a punto de extinguirlos y sustituirlos con árboles de almendro y olivo, traídos de Asia Menor, como pasó con los bosques del Mediterráneo.
Los ganados exigían potreros con gramíneas y las quemas se extendieron como práctica agrícola, las montañas terminaron erosionadas e infértiles; alterándose el equilibrio ecológico en la cuenca del Mediterráneo. El modelo imperial se proyectó, durante la Edad Media, al resto de Europa.
La invención del molino de viento permitió colonizar las tierras bajas inundables de los Países Bajos centrales de Europa, y gracias a los canales, represas, estanques y sistemas de bombeo se desecaron. Los bosques que quedaban, fueron controlados por las instituciones feudales que legislaron sobre quemas, aprovechamiento de zonas de caza y fuentes de madera y combustible. El efecto de la tala fue tal, que Europa es un continente dedicado a importar madera en bruto y pulpa.
Con el auge del capitalismo, se desarrolló una sociedad industrial con máquinas movidas por energía de carbón, petróleo y gas, con las que explota las riquezas minerales, rotura el suelo, organiza ciudadelas industriales y concentra al ser humano en grandes ciudades; la atmósfera se ha enrarecido por emanaciones industriales químico-metalúrgicas y la combustión de hidrocarburos, lo que ha generado una crisis ambiental.
Hoy en Europa, se han adecuado técnicas de producción agrícola, manejo de suelos, agua y fertilidad, lo que le ha permitido irrigar extensos campos de cultivo en forma intensiva, es decir, aquellos de carácter empresarial que buscan alto rendimiento; es una industria apoyada en revoluciones genéticas, tecnológicas y químicas.
También presenta problemas ambientales serios, como el deterioro de los suelos por lluvia ácida y salinización; aguas contaminadas; la modernización desplaza al campesino tradicional; la rentabilidad determina el uso del suelo y la selección de cultivos; no produce lo que necesita, es decir, no tiene seguridad alimentaria.
El uso de energía atómica a partir de varias fuentes de radiactividad, como uranio 235, plutonio 239, estroncio 90 y cesio 137, entre otros es otra fuente de contaminación térmica y química; ocasionando alteración de la atmósfera, del ciclo hidrológico, de las cadenas alimenticias y todo lo que esto conlleva.
Entre los accidentes por contaminación radiactiva se destaca el incendio de la planta de energía atómica del Reino Unido, las explosiones atómicas de los montes Urales y la de
Chernobyl cerca de la ciudad de Kiev, cuyos efectos se extendieron por todo el continente.
¿Por qué el proceso de sedentarización aceleró la destrucción de selvas y bosques en América y en Europa?
¿Cómo se podría disminuir el impacto ambiental que ha producido la industria en el continente europeo?