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África




El territorio africano está formado por aluviones jóvenes y plataformas desgastadas por la erosión; no posee relieves determinantes, tiene cuencas donde se encuentran lagos, desiertos y valles aluviales y cuencas separadas por relieves bajos de mesetas, colinas, macizos, serranías o cordilleras, cada una con diferente extensión, elevación y profundidad; algunas  son relieves interiores o cuencas cerradas y otras, sistemas abiertos que se comunican al mar.

Cerca del 55% de la región se localiza en la zona ecuatorial y subecuatorial donde se encuentran las selvas y sabanas arboladas; la pluviosidad se concentra en zonas próximas al ecuador y va disminuyendo a medida que se aleja de él; una segunda franja climática corresponde a la zona tropical que tiene paisajes desérticos y semidesérticos como el Sahara y Libia, al norte y el Kalahari y Numibia, al sur.  África, también tiene una franja de clima subtropical mediterráneo con sequías acentuadas durante el verano y con influencia de vientos secos del desierto.

En la era Terciaria, en África se inició un complejo proceso evolutivo (aún no se ha explicado) que terminó dando origen a la humanidad; la evolución humana ocurrió en la franja ecuatorial africana, según lo describen los científicos y como lo vimos en la unidad 1.
Durante el Paleolítico medio y superior el ser humano ocupó Rodesia, Tanzania, Kenia, Etiopía, África Central, Nigeria y llegó al oasis del Nilo, manejando ambientes lacustres y volcánicos cubiertos de sabanas arboladas y selvas; exploró las montañas del Rift, atravesó las selvas ecuatoriales, estepas semi- áridas y desiertos, construyendo paisajes geográficos, llenándolos de caminos, campos de recolección, símbolos, caza y cultivos, dentro de os que estaban los núcleos de viviendas permanentes o temporales.

Con la práctica agrícola, el ser humano se vinculó con el suelo, la calidad de la tierra, la disponibilidad del agua; el comportamiento o ciclo de las plantas y el clima; relacionó el proceso de germinación y fertilidad de los cultivos con la dimensión femenina de la tierra(diosa madre y fuente de vida), correspondiendo el cuidado de la tierra a la mujer en la práctica mágica de producir alimento mediante la labranza, para organizar los miembros de la aldea y construir civilizaciones que vinculen la vida rural y urbana.

Los pueblos de África centro-oriental ocuparon las tierras altas del Nilo, un gran oasis longitudinal entre desiertos, con abundantes palmas y sicomoros en un suelo feraz apropiado para la agricultura.  Las comunidades neolíticas agrícolas habilitaron los terrenos con canales y construyeron aldeas donde hubo diferentes dialectos; hacia el 3200 a. de C., el faraón Mens unificó el territorio del Nilo y surgió una larga historia civilizatoria bajo un modelo imperial, centrado en un régimen de esclavos y dentro de sociedades agrarias que pagaban tributos. 

La guerra con pueblos cercanos proporcionaba cobre, oro, marfil, ébano y numerosos esclavos.

Para enterrar a los muertos construyeron monumentales pirámides y sistemas de embalsamar los cuerpos.

Períodos de esplendor, decadencia, insurrección de invasiones en el siglo XVIII a. de C., y de afianzamiento militar, les permitió adentrarse a Asia Menor y otras secciones de África.
Un gran adelanto fue la invención de la escritura y con ella, el desarrollo de la literatura, la escultura, la agricultura y la pintura, así como rudimentos de ciencias matemáticas, médicas y astronómicas.

Otras culturas centraron su desarrollo en la ganadería, eran pueblos nómadas difundidos por las sabanas, estepas y en torno a los desiertos de África.  Desde el Paleolítico habitaron las tierras del Sahara (se han encontrado muestras) donde la ganadería nómada era una práctica que surgió con la domesticación de animales silvestres como el avestruz, la cebra, los alces y la regulación de predadores como los leones, los tigres y los perros salvajes y tener conocimiento de los ríos permanentes y temporales, conocer las variedades de pastos y de la existencia y manejo de las plagas asociadas al ganado.

La vida nómada se extiende a grandes áreas africanas desde el Mediterráneo hasta Sudáfrica y según su territorio poseen un régimen alimentario basado en semillas, raíces, cultivos temporales, maní, bulbos, caza de saltamontes, ratas, lagartos, serpientes y sus propios ganados.

La trashumancia implica extensas jornadas, según las necesidades, y puede implicar cientos de kilómetros, lo que requiere viviendas fácilmente transportables y utilizar pieles como vestido; tener  camellos o caballos, hacer contacto con los oasis y vincularse al comercio de cereales, dátiles, textiles, carnes y pieles; siendo estas culturas fuertes y activas en las faenas ganaderas y bélicas, su vida ruda y solitaria tiende a concentrar las creencias y los pensamientos en construcciones espirituales profundas y fervorosas: “No se puede ser nómada si no existe devoción por la vida y si no se hace parte integral de los rebaños y sus paisajes”.

África es un escenario con variedad de ambientes, vida y culturas que no le son reconocidos; mas bien, Europa  lo trata como el “continente negro” proyectando una imagen de inexistencia de inferioridad.


África fue para Europa la despensa de donde extraía el trabajo de millones de hombres empobrecidos y gran cantidad de productos que han dado esplendor a los países coloniales; así África fue alterado y destruida, está desertizada por la acción humana y el proceso aún La dominación de Europa  en África tenía razones económicas y militares, su acción se centró en encontrar nuevas especies y recursos para impulsar el desarrollo de los mercados, haciendo de la guerra una estrategia de conquista, asumió el racismo como práctica de exclusión, empleó el extractivismo como estrategia de apropiación directa de la riqueza, asumió la civilización occidental como ideología de dominación y usó la trata negrera como fuente de riqueza generando una cacería sin antecedentes en la historia, pues África perdió cerca de 50 millones de hombres y mujeres apresadas por los traficantes europeos y vendidos como esclavos en América, ocasionando graves problemas ambientales:

  • La trata produjo el desalojo de millones de personas que huyeron para evitar su esclavitud, provocando conflicto, muerte y hambrunas y se bloqueó la construcción de un desarrollo regional propio, destruyéndose bases socioculturales de los pueblos  africanos.
  • La imposición de patrones europeos para el uso y manejo de los  fuerte en los paisajes: Las selvas se talaron para obtener madera, alimentos y tierras praderizadas para ganadería y plantaciones; las sabanas se desertificaron por el sistema de sobrepastoreo acompañado de quemas y tala de árboles.
  • El impacto ambiental más profundo de África fue querer “blanquearla”, mediante la construcción de paisajes al estilo europeo, el traslado de población negra a América para generar un poblamiento blanco y la imposición de una civilización “racional” que irrespeta la naturaleza en beneficio del mercado y de la acumulación de riqueza.


Ante la exclusión, África ha respondido con resistencia cultural, creando el concepto de negritud para resaltar la identidad y el reconocimiento de su cultura ancestral, como pueblo vivo y dueño de su destino.  África diferente a lo que dijeron los europeos, es el paraíso, la cuna de la humanidad, es un continente empobrecido pero por el saqueo y la injusticia de 450 años de colonialismo e imperialismo que lo han sumido en el atraso y la dependencia.

Lo peor es que aún hay países que tienen su población muriendo de hambre, otros en guerra, otros con discriminación racial y la mayoría continúa entregando sus recursos a potencias como Europa y el mundo, comprometiendo la humanidad y su entorno.

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